UN FUNERAL

21K 2.5K 91
                                    

Leonardo:

—¡Carmen! —la saludó Vintage nada más esta llegó a la cocina.

La mirada de su exmujer saltó de él a Susana y a la inversa:

—¡Vosotros! ¡Los tórtolos del pajar!

Susana sonrió con tirantez mientras Paco pretendía ser amable:

—¿Qué tal, mochuela?

—No me llames así. —Fue al grano—: ¿A qué habéis venido la tipa del aipon y tú?

Antes de que explicasen nada, Eustaquio apareció tras Carmen y robó toda nuestra atención. Tanto, que mi pelea con Maria pareció disiparse por completo al esta expresar la duda colectiva:

—¿Y este tío? ¿Qué pinta aquí?

El carpintero la reconoció:

—Si eres la del vestidito moderno.

—¿Vestidito moderno? —se interesó Susana, siempre alerta a la moda.

En menos de un minuto, la cocina se había llenado de gente y de interrogantes.

Aquello estresó a Carmen:

—¡Ea, un poquito de orden! Paco, antes de nada, ¿a qué habéis venido la internauta y tú?

Susana se adelantó en la silla.

—Querida, a visitarte a ti no, desde luego.

Se odiaban. Y no lo disimulaban.

Por suerte, Paco no se demoró mucho más en responder:

—Venimos por un funeral.

—Ah. —Carmen se apaciguó un poco—. Creía que a reemplazarme. Yo, por si acaso, te advierto de que nadie me va a quitar del poder tan fácilmente. Mi potungo está pegado al trono.

—Qué asco. —Susana arrugó levemente su simétrica, fina y brillante nariz.

Maria, inquieta, destacó lo importante:

—¿Y de quién es el funeral?

—Esa era la noticia horrible que traía. —Carmen protestó—: ¡No haberme interrumpido, cachorros!

Vintage le cedió la palabra:

—Vamos, dilo ya, mochuela.

—¡Que no me llames mochuela! Y voy. El muerto... Ha sido... —Por su entusiasmo, cualquiera pensaría que estaba a punto de repartir un premio—. ¡Ha sido...!

—¿Quién? —presionó Maria.

Con dramatismo, Carmen dio el nombre:

—¡Bartolo! ¡Ha muerto! ¡Nuestro queridísimo amigo! ¡¡¡Bart!!!

—Hostias —me impactó.

—¿Qué? No jodas. —Maria se entristeció—: Qué pena. ¿Y ahora quién me va a ayudar a descubrir a los alienígenas?

«Al menos nos hemos librado de reunirnos un día por semana», pensé. «No seas mierdas, Leo. Que el pobre hombre te ayudó a buscar a tu mascota».

Paco me sacó de mis pensamientos:

—¿Acaso conocíais a Bart?

—Hemos estado haciendo aliados en el pueblo. —Carmen volvió a avisar—: Por si algún día se te cruza y tratas de echarme de la granja, de alejarme de mis cachorrillos. —Nos guiñó un ojo.

—Está enfermita —cuchicheó Susana.

—¡Te he oído!

Antes de que discutieran, lancé una observación que me tenía mosca:

HUYENDO DEL VICIO (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora