6.- Llamada

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Con amabilidad el taxista abrió la puerta del copiloto, le extendió la mano y la mujer salió del vehículo. Tembló tan pronto como el aire helado de esa madrugada se coló por su abrigo.

-Pise con cuidado, las aceras a esta hora están más que congeladas --el hombre mostró una sonrisa dejando por fin la mano de la rubia.

--Gracias, lo tomaré en cuenta --la prisa con la que despertó esa noche le había hecho olvidar un calzado mas profesional para andar en plena calle, pero ¿importaba? El apuro después de recibir llamada tan alarmante le hizo salir disparada lo mas rápido posible que sus cuarenta primaveras de edad le pudieron ofrecer en torno al closet para tomar su largo abrigo junto con su maletín hacia el departamento de su jefe. Junto con la pijama debajo y unas acolchonadas pantuflas se adentró a la residencia. Un par de guardias yacían luchando consigo mismos con el sueño, pretendiendo ser de piedra ante el frío.

Su nota mental; tejer un par de bufandas y guantes para ellos cuando volviera.

--Joven Kanda --llamó acongojada al entrar. Pudo haber sido su imaginación o el simple ambiente lúgubre del lugar, sin embargo en comparación la sala de estar era un completo iglú y el exterior sería la playa misma en pleno verano. Y estaba segura que cada estancia se encontraría igual.

Tembló y lanzó un rezo esperando no encontrar nada traumatizante o peor, el haber llegado tarde para lo que sea que el japonés le haya llamado. Un concreto "Ven ahora, es urgente o te despido" no dejaban muchas pistas de lo que le ocurría y aunque a la veterana enfermera amara su trabajo y más el sueldo dado por el empresario no acudió por el posible despido sino que, en sus años trabajando para la familia de Tiedoll escuchó jamas la voz del azabache tan alarmada.

De hecho, jamás escuchó de ella nada mas que no fuese enojo o sus derivados.

Buscó en el pequeño despacho de la planta baja, su habitación y solo encontró un par de sabanas desatendidas. Después la cocina, la sala y por ultimo las habitaciones restantes. Encendió las luces de cada lugar y por ultimo la del estanque del sirenio y sus temores se agrandaron al no encontrar a la criatura ahí. Prácticamente salió disparada escaleras arriba casi dejando en su camino una de sus pantuflas.

Los malos presentimientos solo se agrandaban cada vez más.

--Por dios... --al llegar al segundo piso se detuvo abruptamente. ¿Que había ocurrido ahí?--. ¡¿Joven Kanda?! --su alma casi se salía en esa exclamación y parecía no querer estar en su cuerpo al querer escapar de este en cada paso que daba adentrándose mas hacia el pasillo. En medio de este y gracias a la única luz proveniente que se colaba de una de las habitaciones se percató del gran charco de agua en medio, lo escalofriante de todo fue el distinguir no solo aquel líquido sino uno mas espeso color carmesí. Se reprendió mentalmente por dejar el móvil en la mesita de entrada junto con las llaves, la idea de llamar a la policía no sonaba nada mal, esto junto con una ambulancia mientras ella intentaba postergar lo ocurrido. Incluso se nubló ante la opción de salir y pedir ayuda a los guardias y... ¿Y que?

No habría ningún ladrón, no saltaría algún extraño asesino siendo que el mismo nipón le llamó en su ayuda. Solo a ella para socorrer a la única cosa que parecía importarle por su valor monetario.

En ese momento la idea de un ladrón le pareció mas atractiva.

Buscó a tientas en cada extremo algún interruptor, el nerviosismo le había hecho olvidar que hacia metros atrás los dejó junto a la poca linea de luz brindada. Bastaron minutos para acostumbrarse a la penumbra justo a tiempo para virar a la izquierda y seguir llamando al menor.

Llevó ambas manos a su boca evitando gritar del asombro y el miedo. El azabache yacía en el suelo apoyado en una de las paredes, ambas rodillas flexionadas y sus brazos de forma posesiva alrededor del cuerpo del tritón, como si de esa forma intentara brindar cobijo para un cuerpo interte.

--Qué hizo... --fue inevitable pensar lo peor de él. Sus manos temblaron al tomar del suelo el móvil de japonés desviando la poca luz de la pantalla y lo único con lo que pudo reconocer tan horrorosa escena. Fijo la artificial luz hacia el rostro del de cabellos negros, revisar su estado de conciencia y seguir con el protocolo, uno que había dejado de lado desde el momento en estar sola buscando a tientas algo que sabía que seria un caos--. Joven Kanda ¿Sabe donde esta? ¿Que año es? ¿Me reconoce? --preguntas salidas para ver su estado de lucidez--... ¿Podría soltar con cuidado el cuerpo de esa pobre criatura? Necesito ver su estado...

Divisó rastros de sangre en su cabeza, nada tan profundo para que siguiera desbordándose tan siquiera un poco, lo que le preocupó mas fue su shock, en que sus preguntas no fuesen respondidas, como si en algún punto Kanda se negara a escuchar, sin embargo. En respuesta el aludido atrajo más el cuerpo del menor hacia el suyo, la blanca cabellera del sirenio sobresalía apoyada sobre su pecho, hundiendo su rostro en este.

--No me jodas... yo no importó --su vista se desvió hacia quien tuvo en brazos. Dio una pausa larga que le dio tiempo a la enfermera para armarse de valor y comenzar a bajar las luces a lo restante de ambos.

--Santo padre... --en medio de la oscuridad resaltaban un par de largas piernas blancas, estilizadas y entrelazadas en son de las del azabache y siendo manchadas por el carmesí de la sangre del sirenio. ¿Donde quedó esa gran cola que lo caracterizaba? Perdió todo rastro de su especie y solo dejó la imagen de un joven humano de no más de diecisiete años.

El azabache fruncio el ceño, había estado escuchando a la mujer decir estupideces religiosas por cada cosa que veía--. Una palabra mas y te bajo el sueldo --sentenció tan pronto volvió en sí.

Lo dicho no fue una palabra en sí sino una palabra exclamación de sorpresa al ver el pequeño cuerpo del menor removerse un tanto aferrándose con una mano a la manchada camiseta del nipón. Soltó un quejido lastimero, dolorido cada que intentaba mover su parte baja y en la que Kanda intervenía evitando que se hiciera mas daño.

--No quiero que salga de aquí, trae todo el equipo necesario para tratarlo y curarlo --ordenó al fin volviendo a si habitual semblante.

--¿Como ocurrió esto? --no podría haber una evolución o perdida (dependiendo del punto de vista) de la noche a la mañana. Siempre habría un porqué.

--Solo lo saque del agua --y ahí estuvo su explicación, demasiado simple para esperar mas, lo que nunca llegó, menos viniendo de un hombre de pocas palabras.

--¿Por qué no lo devolvió a su habitad?

Seguía siendo un mocoso al parecer y ella no perdió el tiempo en reprenderlo, dejando de lado la importancia del porqué desde un principio el tritón fue alejado de su zona de confort. En cambio tecleo un par de número desde el celular movilizándose desde ahí para buscar atención. Por otro lado Kanda le miró con enfado después de chasquear la lengua.

--Lo intenté pero no resultó... cuando tuvo contacto con el agua no lo resistió

Parecía que, el lugar en el que estuvo toda su vida ahora lo rechazaba.

Sounds like Heaven   [ Yullen ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora