15.- Mito

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Veía su pecho subir y bajar en armonía, una respiración acompasada que se acoplaba a la propia. Estuvo seguro que el ritmo de su corazón era el mismo y por primera vez corroboró que todas esas estupideces que decían sobre las parejas eran ciertas. Allen no lo era pero compartía cama con él, lo acuñó entre su pecho después de la ajetreada noche de sexo y el agotamiento del albino que lo hizo sucumbir al sueño casi inmediatamente después de que salió de su interior.

Ahora, después de horas de insomnio no hizo más que permanecer allí, abrazándolo mientras su atención se dividía entre verlo dormir y pensar lo que habia hecho con él.

Acababa de follarse a un sirenio ¿Qué tan estúpido era?

No, acababa de tener sexo con ese brote de soja, lo que alguna vez mandó a capturar ya no importaba, ya no valía como un tesoro, ya no podría mantenerlo en un estanque adornando su casa como si fuese el pez mas caro y fino que pudo comprar. Allen dejó de ser un sirenio, abandonó sin quererlo su naturaleza y él... Él solo lo retenía.

Allen ya no tenía valor como mascota.




Mhn... —el cuerpo del albino se removió, se quejó en el proceso e instintivamente buscó el calor que le brindaban los brazos de Kanda, calor que el nipón no se negó a darle. 

¿Que demonios iba a pasar ahora? Fingir que todo lo que ocurrió fue producto de su imaginación era una estupidez, debió negarse a dormirse con él desde un principio. Tampoco era una opción tratar a ese pez como su pareja, porque no lo era ni lo seria... Solo tuvo un desahogo con él y nada más, el mejor desahogo de su jodida vida.

Masculló para sus adentros, todavía no salia el sol y un dolor de cabeza se avecinaba. Estaba dándole demasiadas vueltas al asunto, bien podría dejar que las cosas pasaran como fuesen, que ese enano pensara lo que quisiera siempre y cuando no le molestara lo que su mente de pez maquinara pero ese fue al fin de cuentas el maldito problema, saber lo que Allen pensaba sobre esto.

—Te quejas demasiado, Bakanda —la voz del menor logró paralizarse unos segundos de la sorpresa y justo en ese momento se dio cuenta que sus maldiciones internas no fueron del todo así ya que lograron colarse en el sueño del contrario y despertarlo. Y ahí lo vio, restregando sus ojos con torpeza un segundo para volver a utilizar su torso como almohada el siguiente.

Ese idiota...

No pareció caer en cuenta de lo ocurrido, lo atribuyó a la somnolencia, a su estupidez y su nula capacidad de despertarse por completo y afrontar sus acciones.

—Cállate y duerme —su ceño se fruncio de nuevo y elevó una de sus manos hacia la blanca cabellera del chico. No era una caricia sólo fue algo para hacerlo callarse de una vez.

—Podría dormirme si me dejaras hacerlo —puntualizó con la capacidad de seguir el hilo de la conversación a pesar de tener medio cerebro desconectado de la realidad. Su único deseo fue el dormir, arrastrarse por completo al mundo de los sueños y permanecer allí por días, semanas o hasta no poder más.

—¿Ves que te prohíbo hacerlo? Eres tu quien despertó por idiota


El enojo del sirenio ante esas palabras fue como recibir los rayos del sol para despertarlo por completo, sintió su sangre hervir por el coraje y no tardó en dejar la comodidad que le brindaba el cuerpo de Kanda para alzar el rostro y encararlo con un par de insultos listos para darle justo en el orgullo.

Sin embargo, no pudo decir nada. Se ahogó con sus palabras, perdió el aliento que adquirió para gritarle conforme los labios del japonés le devoraban. Se volvió una medusa al no percibir ningún hueso en su sistema, invertebrado y moldeable al derretirse con solo un simple contacto.

Sounds like Heaven   [ Yullen ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora