Había decidido cocinar una lasaña, y aunque me llevaría tiempo, quería recompensar a mi papá por el buen trato que había tenido con Taehyung. No habían pasado ni dos horas desde la salida de mis amigos cuando tocaron la puerta.
—¿Quién es? ¡Tengo las manos ocupadas!—grité hacia afuera.
—Soy yo Kook.—la voz de mi mejor amigo se hizo presente.
—Ah, ¡hay una llave debajo de la maceta! Abre con eso—me devolví a la cocina y escuché como se quebró el macetero. Torpe.
—Volví.—Tae entró desganado—Hola JungKook, ¿qué cocinas?—entró a la cocina espiando cada rincón de ella—Ah, por cierto. Una de tus cositas de esas que tienen plantas se quebró, ni idea cómo.—tomó una manzana y le dió un mordisco.
—Es lasaña. ¿Se quebró sola, eh?. Lava esa manzana, son sacadas del árbol—hablé contestando a cada una de sus acciones. Taehyung escupió la manzana que había masticado y se enguajó la boca.
—Me hubieras dicho antes.—fue al living y se sentó en el sillón grande. Lavé mis manos y me senté junto a él.
—¿Qué pasó? ¿Por qué volviste tan temprano?.—sequé su boca con el puño de mi polerón.
—Jimin me besó.—puchereó. Sabía que nada andaría bien con esa salida. Definitivamente mataría a ese enano.
—¿Por qué lo hizo?—me acerqué un poco más a él. Estaba muy celoso, ¿cómo es que Jimin pudo probar algo que yo no he tenido valor de tocar? Taehyung estaba hablando pero era todo difuso, su boca y sus labios habían robado mi atención. ¿Por qué ahora? ¿Por qué me sentía tan atraído a ellos? ¿En qué estoy pensando?
—JungKook, ¿me estás escuchando?—se ubicó con su cara muy cerca a la mía y desde ahí no pude seguir pensando.
—Lo siento Tae—tomé su mejilla y lo besé. Era un beso muy lento y suave que él no negó. Tomé su barbilla para seguir más profundo, estaba tan emocionado y concentrado que no sentí las llaves ni la puerta abrirse.
