Capítulo 1: blue eyes

565 81 22
                                    

Los brillantes cristales azules, que tenía aquel navegante por ojos, reflejaban una irremediable preocupación; se había extraviado en medio del océano mientras buscaba , entre todo el azul de las aguas, el puerto de Liverpool.

¡Ah, Liverpool! Su pequeña ciudad natal, aquella que lo había visto crecer y convertirse en el exitoso marinero que hoy era. Bueno, no es que sea un muy buen marinero; había sido muy exitoso en sus pasados viajes a España, Portugal, Francia, y hasta América, realizados en los 3 años que, hasta ahora, había cumplido desde que su madre le había pedido, comenzara trabajar en algo que les dejara más ganancia que su antiguo empleo en una peluquería, que era lo que realmente le gustaba y de lo que obtenía una enorme satisfacción que llenaba el vacío del abandono de su padre. Sin mencionar sus pequeños hobbies, que eran pintar sobre óleo y soñar que tocaba el ritmo de una canción en una batería.

He aquí la causa de que Richard no fuese un buen marinero; no le gustaba trabajar en eso, por lo que, en esta ocasión, se haya descuidado lo suficiente como para tirar al agua, en lugar de los desperdicios de su última cena, sus instrumentos de navegación. Y no sólo eso, sino que el pequeño, de 23 años, tampoco había aprendido a ubicarse usando las estrellas.

Así, entonces, entendemos las apretadas circunstancias en las que el castaño se encontraba.

Ya había analizado sus posibles finales:

1. Podía tirarse al agua y ahogarse de una buena vez.

2. En lugar de eso, también era una opción esperar hasta que la falta de alimento y agua dulce hicieran efecto en su cuerpo.

3. O bien podría armar, con los trozos de madera que cargaba para descargar mercancía, una señal de fuego para que algún barco, igual de perdido que él, lo rescatara. Aunque eso significara quemar su bote, pero ahí vamos a la siguiente posibilidad:

4. Morir quemado. En el mar.

Claro que había muchas más posibilidades, pero éstas eran las que más tuvo en mente durante estas 24 horas que habían pasado desde que se dio cuenta de que estaba perdido y que le quedaban solo dos barriles de agua, nada de comida.

Ahora se encontraba solo. Solo en su bote. Si no podía regresar, deseaba aventurarse a cualquier otro lugar.

Sin embargo, no le quedaba más que perderse en las estrellas de la noche que ahora cubrían su cabeza.

Se tumbó en el suelo de su nave y no se concentró en el frío que sentía, ni el hambre que le carcomía; sino en las constelaciones que lograba divisar, que parecían tan cerca y a la vez tan lejos.

Se puso a pensar que las estrellas eran sólo ilusiones de sueños alejados de los soñadores.

—¡Pero qué ilusiones tan más bellas!

Y cayó en una de ellas. Sus ojos se cerraron y su mente se oscureció.

Lost by the stars. [Starrison]Where stories live. Discover now