Capítulo 5: the inner light

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Se había mostrado muy seguro al cabo de esos minutos en los que había convivido con el muchacho... George, más bien.

Era un lindo nombre para un lindo chico.

Compartió una buena actitud de hospitalidad y simpatía. Parecía una buena persona, una con una nobleza que no le permitiría dejar a un marinero errante a su propia suerte.

¿O si?

No parecía. Por sus brillantes ojos y su pálida y tersa tez, sus cejas gruesas, sus labios delgados, su sedoso cabello...

Carraspeó. Carraspeó la garganta al sentir la mirada del ojiazul clavada en su persona. Y sonrió nerviosamente.

—Oh... tienes un... cabello muy brillante, George.

—El tuyo también es lindo, Richard—rió levemente.

Se sentía ridículo dando cumplidos a un hombre que apenas conocía. Pero no podía dejar de hacerlo. Era muy, muy guapo.

No era aquel hombre atractivo que conquistaba a todas las chicas y todo le salía bien.

Era ese tipo de singularidad que le daba un aspecto tan tierno que te daban ganas de abrazarle en el primer instante.

Aunque también era bastante intimidante. Podrías mirar a sus ojos enojados y preferirías mirar el infierno.

Nunca lo había hecho, y esperaba nunca hacerlo. Desde ese momento sentía la necesidad de ver al chico siempre feliz.

—Es aquí—lo sacó de sus pensamientos. Se habían detenido enfrente de un farol. Uno de los que había visto tantas veces, pero nunca tan cerca. Estaba apagado.

"Tal vez por eso choqué". Pensó por un momento. Luego recordó que había chocado porque estaba dormido con el bote en marcha.

"¿Por qué eres así?". Se preguntó.

—Oh, que lindo... ¿farol?—preguntó tímidamente. No tenía idea de a qué se refería. ¿Qué hacían parados frente a ese edificio?

Asintió y rió.

—Dije que te mostraría la isla. Y éste es uno de mis lugares favoritos—le regaló al castaño una hermosa sonrisa, dejando al descubierto un nuevo aspecto de su persona que podía admirar cuál obra de arte: sus perfectos colmillos. Le daban un aspecto como el de un vampiro. Pero no le temía; era un vampiro tierno y amigable.

Tal vez era muy pronto para dibujar conclusiones sobre el chico que le había robado la atención.

El mencionado se acercó a la puerta de la construcción de 15 metros, sacó del bolsillo de su remera una pequeña llave que introdujo en el orificio de la cerradura, para después forcejear un poco, y, finalmente, abrirla, mientras mostraba una sonrisa de satisfacción y desviaba su mirar hacia su visitante. Entró y le hizo una seña para que lo siguiera.

El chico que vio por primera vez los adentros del edificio se maravilló por lo simple que se miraba el lugar que consistía la felicidad de un ser tan hermoso.

Una simple luz apagada.

Lost by the stars. [Starrison]Where stories live. Discover now