Dos.

7.2K 1K 838
                                    

La vida de Jeonghan nunca fue la mejor.

En primer lugar, había nacido omega.

Que un chico nazca como un omega, generalmente es mal visto por la sociedad.

Y para empeorarlo, la situación económica de su familia nunca fue buena.

Él ha tenido que trabajar desde que era muy joven para mantener a su familia, que estaba conformada por su madre y su hermana pequeña de tan solo ocho años.

Cuando cumplió los dieciocho se le ocurrió una idea para darle dinero a su familia y que con eso puedan tener la vida que siempre merecieron.

Jeonghan sabia lo mucho que alguien podía pagar por un omega.

Y más por un omega virgen.

Por esa razón, y con un poco de ayuda, aunque suene un poco fuerte, se vendió en una página de internet de omegas.

No era nada ilegal, ya que se le permitía a la gente vender omegas por internet, aunque era un poco complicado y difícil hacerlo, el lo logró.

Después de unos dos meses de espera, alguien apareció.

Él acepto, y se fue de su casa dejando una nota en donde le decía a su madre y a su hermana que había conseguido un trabajo en un lugar lejano y que por esa razón debía dejar la casa, sin embargo les aseguró que toda su paga iría para ellos.

Jeonghan amaba a su familia, y haría todo, hasta entregarse a un desconocido, con tal de que ellos estuvieran bien y darle la vida que merecen.


(...)



— ¡Ni siquiera para servir un vaso de agua sirves! — Exclamó Jisoo viendo como Jeonghan tiraba por tercera vez un vaso de agua.

— L-Lo lamento, señor. — Se disculpó él.

— ¡Eres un imbécil! Largate de aquí, no quiero verte en mi presencia.

Jeonghan suspiro mientras se iba de la habitación.

Afuera se encontraba la madre de Jisoo, observándolo con mirada de desaprobación.

El pelinegro no dijo nada y se fue a su habitación.

Tenía suerte de que le había tocado un lugar donde al menos le daban de comer y una habitación con cama, que aunque era muy pequeña, le servía.

— ¡Jeonghan! — Oyó que lo llamaba Jisoo.

Puso los ojos en blanco.

En los pocos días que llevaba en esa casa, había aprendido algo muy bien.

Hong Jisoo no sabía hacer nada por su propia cuenta.

Salió de su habitación y fue hasta la de él.

— ¿Usted no me había dicho hace un rato que no desea verme en su presencia? — Interrogó.

— No te hagas el gracioso con tu dueño, ¿Oiste?

Jeonghan deseaba decirle, gritarle, que él no te dueño alguno.

Pero no podía, porque no estaría diciendo la verdad.

— Lo lamento, señor. — Se disculpó.

— Estoy con ánimos de cenar aquí mismo, en mi habitación, así que quisiera que me traigas la comida, y que sea rápido, tengo hambre. — Le ordenó sin levantar la mirada de su libro.

— Si. — Le respondió dándose la vuelta para ir hasta la cocina.

— Si. — Dijo Jisoo. — Si, ¿Qué?

— Si, señor. — Contestó Jeonghan haciendo énfasis en la última palabra.

— Así me gusta, ahora ve.

El pelinegro fue hacia la cocina.

— Buenas noches. — Saludo al chef de la familia, Seokmin.

Un beta bastante simpático y de sonrisa deslumbrante.

— Buenas noches, Jeonghan, ¿Esta todo bien?

— Oh por supuesto, es solo que el gran Hong Jisoo desea comer en su habitación, sólo, ¿Es posible que me de la cena del día de hoy así se la llevo?

Seokmin río.

— Por supuesto, aquí tienes. — Dijo el chef entregándole un plato con pasta.

— Gracias. — Le dijo Jeonghan tomando el plato y dándose la vuelta para ir con Jisoo.

Una vez estuvo frente a la puerta de la habitación, la tocó tres veces.

— Adelante. — Oyó, y entró.

— Aquí le traigo su cena, señor. — Dicho eso, le dejó el plato en una pequeña mesa que tenía allí.

Se disponía a irse pero, Jisoo lo detuvo sosteniéndolo por el brazo.

— ¿Desea algo? — Le preguntó el pelinegro.

— Si, quiero que tú me alimentes.

— ¿C-Cómo?

— Es una orden, Jeonghan.

Jeonghan trago grueso.

— ¿Acaso no sabe alimentarse usted mismo, señor?

— ¿Y acaso yo te di permiso para cuestionarme? No seas insolente, y no olvides quien da las órdenes aquí.

— Si... Señor.

Jisoo sonrió.

Jeonghan agarró el tenedor, tomó un poco del espagueti y lo llevó hasta la boca del alfa.

Este la abrió dejando ingresar la comida.

Masticó y trago el alimento.

El omega debía admitir que Jisoo se veía bastante atractivo mientras comía.

Pero desecho ese pensamiento en cuanto notó como la boca de él estaba toda manchada con salsa.

— S-Señor... — Susurro casi riendo.

— ¿Qué pasa? ¿Por que me miras así?

— Es que... Tiene toda la boca manchada.

— Deberías estar limpiandome y no riéndote, estúpido.

Jeonghan se puso serio y tomo una servilleta que tenia guardada en su bolsillo, para luego llevarla hacia lo boca del alfa y comenzar a limpiarlo.

No sabía si Jisoo estaba siendo caprichoso y solo hacia todo eso — obligarlo a alimentarlo, y hasta a limpiarlo. — para molestarlo, o en verdad no era capaz de hacer nada por si mismo.

Luego de que terminara de alimentarlo, Jeonghan tomó el plato con los restos de comida, y se fue de allí.

Mientras caminaba hasta la cocina, pensaba que tenia suerte de que le haya tocado alguien que no lo obligaba a tener sexo, como el pensaba que pasaría.

Básicamente pasaría el resto de su vida, como una sirvienta personal de Hong Jisoo.

Omega. ➳ Jihan.Where stories live. Discover now