capitulo 4: Sueños y una Incómoda Cita.

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¡Pero que hermoso era todo eso! La cascada fluía con fuerza… o el mar. ¡Era enorme! Y el sol… ¿Eso era el sol? Como sea, la cuestión es que brillaba con intensidad, con demasiada diría yo ya que casi me cegaba. Las estructuras que rodeaban ese paisaje eran bastante extrañas pero me gustaban. A unos metros estaba el mar y un puente… ¿Arcoíris? ¿Era un arcoíris? Uff, me recordaba al desquiciante y gracioso Nyan Cat. Solo faltaba el gato y la incesante y chillona música.

¡Un palacio! Hecho de oro. Muy, muy grande, desde el ángulo donde lo veía.

Un niño pasó a mi lado, pateando la grama. Estaba molesto. Eso era más que obvio.

Era muy hermoso. Era como Blancanieves, aunque claro está, de niña no tenía nada. Su piel tan blanca. Sus labios rojos. Su cabello ónix. Y sus ojos excesivamente hermosos; verde como un par de esmeraldas relucientes.

¿Pero qué estaba haciendo? Tanta preciosidad a mi alrededor, ¿y me limitaba a observar a un niño?

Al darme la vuelta, me encontré con una niña. En un mundo más… Real. Volví a darme la vuelta y allí estaba el niño. El detalle era que yo estaba en el medio de ambos mundos. Y se entrelazaban de una forma bastante rústica, a decir verdad. Solo una fina línea.

La niña acariciaba las flores de un jardín frondoso. Una mansión demasiado familiar estaba cerca de ella.

— ¡Vaya, vaya! ¡Lisbeth!

Yo di un brinco al ver que un niño mencionó mi nombre. Y la niña tuvo la misma reacción. Oh genial. Era Seth y su pandilla.

Y la niña, que se parecía mucho al niño del extraño mundo (Pero no de Jack), efectivamente era yo. Y vi como corrió hasta un manzano y lo trepó.

— ¡Vamos! ¡Cobarde! ¡Baja de ahí!

Observé a la Tyra pequeña, que estaba conteniendo la risa con todas sus fuerzas al notar la angustia en los ojos de mini Lisbeth.

Sin motivo ni razón, dejé de ver a Lisbeth peque para observar al niño.

De repente, unos niños un poco más grandes que él (más o menos de la edad de Seth, Tyra y la pandilla) aparecieron, soltando unas carcajadas chillonas y dirigiéndoles miradas burlonas al niño. Y estaba un niño rubio, un poco alejado de los demás, para contemplar mejor.

— ¡Oye! ¿Qué haces? ¿Eh? —preguntó la única niña del grupo.

El chico pelinegro se levantó y de sus manos brotaron llamas de color verde, tan intenso como el de sus ojos.

— ¡Oh que miedo! —se burló la niña moviendo las manos. Los demás se rieron. Incluso el rubio, disimuladamente

— ¿Otro de tus trucos baratos, Loki?

¿Loki? ¡Oh rayos! ¿Qué era eso? En ese momento estuve 1000% segura de que era un maldito sueño.

— ¡Déjenme en paz! —la exclamación provino de Loki y de… mi yo pequeña.

Loki miró desesperado al niño rubio, que lo único que hizo fue sonreír, para no reírse de nuevo.

Lisbeth miniatura tomó unas manzanas y se las lanzó a Seth y los demás, hasta que se marcharon. Y allí arriba, comenzó a llorar.

La niña del mundo de Loki se acercó para sujetarlo por el pecho, pero el niño se desvaneció entre sus pequeños dedos.

Y yo de tonta que, aún sin poder creerlo, no me movía para ayudarles. Pero, ¿a quién primero?

— ¿Adónde se metió? —la exclamación de la niña me hizo dar otro salto.

— ¡No te escondas cobarde!

El Misterioso Sr. LaufeysonWhere stories live. Discover now