-40-

751 74 3
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La hora del té llegó y mis ojos se prepararon para buscar a Sebastián.

Mis damas ya estaban degustando del sabroso té y los exquisitos manjares, pero yo no podía dejar de ver las puertas por las que siempre entraba Sebastián.

Al fin habíamos podido unirnos y sellar nuestro amor. La felicidad irradiaba de mi cuerpo, tanto, que Enrique, mis damas, mis padres, mi hermano y Clara me preguntaron qué me pasaba. Yo solo les contestaba que era un gran día, pero la verdad era que el amor era la causa de mi estado de ánimo.

-Catalina- dijo Nadine poniendo una mano sobre mi brazo

Mi cabeza giró para verla.

-Enrique está aquí- dijo señalándomelo

Fruncí el ceño tratando de descifrar por qué estaba aquí. Él nunca se encontraba para la hora del té porque en estos momentos siempre estaba ocupado con el trabajo. De todos modos me paré y me acerqué hacia él.

-Enrique- dije una vez cerca

Su cuerpo giró para ver al dueño de la voz y sonrió al verme.

-Catalina- dijo

-¿Qué haces aquí?- pregunté

-Pues en realidad escuché a varios nobles quejarse de la presencia de algunos cocineros que siempre se encuentran por aquí, así que quería verlos por mi cuenta- contestó

Traté de que mi rostro no demostrara mi sorpresa, pero cada vello de mi cuerpo se paró.

-Oh... ¿pero no tienes trabajo que hacer?- pregunté- supongo que el rey de dos de las naciones más importantes del mundo tendrá cosas mejores que hacer que espiar a unos simples cocineros- sonreí

-Pues la verdad es que sí, pero debo asegurarme que estos cocineros no vuelvan a pisar este lugar- contestó

-Si mal no recuerdo, he visto a uno que otro por aquí, pero no han sido repetidas veces. Solo han venido para asegurarse que la comida estuviera en perfecto estado- dije- es más, una vez hablé con uno para preguntarle el motivo de su presencia y me dijo exactamente lo mismo- resumí- no he visto a uno en mucho tiempo- mentí- ¿pero no prefieres que yo me encargue de este minúsculo detalle para que tú puedas seguir con tus quehaceres?- propuse

-Pues si no te distraes con los chismeríos del té, sería de buena ayuda- sonrió para alivianar sus palabras

Traté de no fruncir el entrecejo por su comentario machista y sonreí para esconder mi disgusto.

-Te aseguro que no lo haré- dije

Él sonrió y se acercó para tomarme de la cintura y besar mis labios rápidamente.

-Te veré en la cena- dijo antes de marcharse

Suspiré de alivio y limpié mi boca con el dorso de mi mano para luego darme vuelta. Mi mirada se juntó con la de Sebastián y aún con la gran distancia que nos separaba, mi estómago se las ingenió para crear mariposas.

Si bien yo estaba feliz, él no se veía muy contento. Su cabeza en un movimiento leve me indicó que lo siguiera y así lo hice cuando él ya no era muy visible.

Salí lentamente del salón para no levantar sospechas y me dirigí al lugar detrás de la columna donde siempre nos veíamos en secreto.

Lo encontré de espaldas a mí, apoyando su costado izquierdo sobre el frío mármol de la pared. Me acerqué y pasando mis brazos por su cintura apoyé mi mentón en su hombro.

-¿Qué te pasa?- pregunté respirando su aroma

-Nada- suspiró refregando su mano por su cara

-¿Si no te pasa nada, por qué estás triste?- pregunté dejando un beso sobre su cuello

Su cuerpo giró sobre su eje para quedar frente a mí.

-Es solo que te vi besando a Enrique y no me gustó para nada- dijo

No pude hacer más que reír silenciosamente.

-Tú sabes que esos besos no significan nada, que debo besarlo para no levantar sospechas- acaricié su pecho

-Lo sé, pero eso no quita el hecho de que sienta una presión en el pecho y unas ganas inmensas de gritarle que se aleje de mi esposa- contestó derritiendo mi interior

-"Mi esposa"- repetí sonriendo- dilo de nuevo- le pedí apretando más mis brazos alrededor de su cintura

-Mi esposa- repitió riendo, tomando mis mejillas con sus manos- mía, solo mía y de nadie más- acarició mi nariz con la suya

-Pareces un vikingo defendiendo su conquista- reí

Su sonrisa se agrandó y picoteó mis labios.

-Eres solo mía, pero yo soy solo tuyo- dijo sobre mis labios- esos ojitos tan lindos que tienes robaron mi corazón. Mi corazón ya no me pertenece, ahora te pertenece a ti y está en ti decidir qué hacer con él- susurró

-Cuidaré de él hasta el fin de mis días. Tú ya no tienes tu corazón, pero vele el lado bueno- dije y el frunció sus cejas- ahora tienes el mío y espero que lo cuides tanto como yo cuidaré del tuyo- sonreí

-Trato- sonrió y besó mis labios

Besos xo

RoyalsWhere stories live. Discover now