[12] Hogar, dulce hogar

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Ya, definitivamente esto había sido una mala idea

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Ya, definitivamente esto había sido una mala idea.

Lluvias torrenciales. Alerta meteorológica. Y yo aquí preocupada por llegar a tiempo al trabajo.

Había pasado una semana desde que habíamos tenido la dichada cena familiar, y hoy a la madrugada mis padres habían partido en un taxi al aeropuerto de la ciudad. Cuando me levanté a despedirlos lloviznaba levemente. Ahora, estábamos en otro nivel.

Hay alerta meteorológica en la ciudad, se recomienda no salir de sus casas. Los vientos alcanzan velocidades altísimas, y ha llovido mucho más que en todo el mes pasadoindica la televisión.

—¿Y así piensas ir tú al trabajo? —me dijo Dominic, también escuchando el informe. Ambos nos habíamos despertado a las cinco, para despedir a nuestros padres, y no pudimos seguir durmiendo.

La tormenta en casa de mis padres parecía ser mas fuerte de lo que era. El techo hacía demasiado ruido, y los cristales temblaban. En casa, tal vez por el hecho de que era un departamento, las tormentas eran menos escalofriantes.

¡Perra malcriada! —dijo el loro.

Ah, el loro. Otro tema. Cuando mamá se enteró que tendría a un perico, cita textual, "dando vueltas por la casa", casi abandona todo el plan al carajo. Le dije que Óscar vivia conmigo, y si no dejaba que Óscar se quede aquí, yo tampoco lo haría.

Sí, me había encariñado con el perico insultón, que ahora había ampliado su diccionario con su maestro preferido: Dominic. Los insultos variaban desde "¡Perra malcriada!" a "¡Desde aquí huelo tu olor a mierda!". Imagínense ustedes.

—No se qué hacer —me quejé, tirándome bruscamente sobre los sillones de primerísima calidad de la casa de mis padres. Si ellos hubieran estado, seguro me habrían retado por haberme tirado así.

—Llama a tu jefe y dile que está llegando el fin del mundo, y que no joda con tu presencia allí —opinó Dominic, que ahora estaba tirado patas arriba en el sofá.

—No tengo su número.

—Búscalo en la guía telefónica.

—¿En la guía telefónica? Terminaré cuando sea una anciana —me quejé.

—Ya lo eres —molestó mi hermano.

Giré los ojos. En ese momento mi celular suena, y cuando me fijo en la pantalla era un numero desconocido.¿Podría ser Oliver?

—¿Hola?

—Hola, Louisa, soy Oliver...

—¡Ahg, menos mal! No se qué hacer con esta lluvia, estoy segura de que si abriera la puerta un poco terminaría todo inundado, además de que no creo que los taxis atiendan con este clima. Y si saco el auto de papá, probablemente se me estrellaría contra un poste....

Un Auténtico DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora