7-Paradas

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Todos comenzaron a parlotear al mismo tiempo.

-¿Pararemos aquí? –dijo Summer.

-Estamos en el medio de la nada –reprochaba Chelsea.

-¿Qué se supone que vamos a hacer? –decía Sally.

-¿Por qué a mí no me llaman en cuanto todo esté solucionado y yo mientras me voy a dormir? –dijo Mark.

-¡Basta! –gritó Lucy-. Ya, cállense todos, por favor.

-Escuchen –dijo Nick-, se supone que hay una gasolinera a unos 5 o 4 kilómetros de aquí. Haremos esto, un grupo irá a buscar gasolina y el resto se quedará aquí.

-¿Y quién te puso a ti al mando? –dijo Thomas.

-La camioneta es mía y la casa en donde vas a pasar el resto de estas semanas también, creo que tengo un poquito más de autoridad que tu –dijo con cara de presumido.

Vaya, hasta acá había llegado nuestro rato de llevarnos todos bien, una tonta discusión de chicos cambiaba todo. ¿Por qué los hombres quieren tener siempre el control?

-Guárdense sus peleas sobre quién tiene más autoridad para otro día –dije enojada-. Ahora tenemos asuntos mucho más importantes que resolver –suspiré-. Y creo que Nick tiene razón, se supone que la estación no está muy lejos.

-Deberíamos analizar la situación –dijo Lucas.

-Adivina qué amigo –dijo Nicholas-. Liz y yo llevamos analizando la situación desde que todos ustedes se quedaron dormidos.

-¿Te dijo Liz? –me preguntó Lucy llamando mi atención.

-Luego –le dije solo moviendo mis labios.

Todos comenzaron a hablar nuevamente al mismo tiempo. Pasaron como quince minutos en los que nadie se calló, y encima cuando no estaban de acuerdo con algo todos gritaban. Mi cabeza ya no lograba distinguir ninguna de las palabras y me encontraba mareada ante la situación; tuve que sentarme antes de que terminara en el suelo.

-¿Te encuentras bien? –me dijo Angela al oído.

-Necesito tomar un poco de aire.

-También yo respondió –respondió mi amiga, quien no había hablado hasta ahora-. Salgamos mientras estos locos discuten.

Yo asentí. An me ayudó a pararme. Nadie notó que nos fuimos ya que estaban demasiado ocupados tratando de tener razón. Bajamos de la camioneta y pude respirar; el sol estaba bastante fuerte pero hacía un buen equilibrio con la brisa fresca.

-Vaya –exclamé-. Realmente necesitaba aire puro.

-Sí, también yo –dijo mi amiga mientras cerraba los ojos y levantaba la vista al cielo.

-Sentémonos por aquí –dije.

Nos sentamos una al lado de la otra sobre el pasto al borde de la carretera.

-Así que... -dijo-. ¿Qué se supone que haremos?

-La gasolinera no debe estar demasiado lejos –respondí-. Lo más conveniente sería hacer lo que dijo Nicholas.

Angela solamente asintió, ella nunca era de las chicas que generaba problemas.

-¿Estuvimos dormidos mucho tiempo?

-Una hora –dije con la vista perdida-, tal vez un poco más, no estoy segura.

-¿Y tú qué hiciste durante ese tiempo?

El último veranoWhere stories live. Discover now