29-Un nuevo amanecer

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Podía ser que hubiera gente mirándonos, interesados en nuestra pequeña gran discusión. Pero sinceramente, eso me importaba poco y nada. Tenía cosas mucho mas importantes en las que pensar como para prestar atención al resto del mundo. Podían decir todo lo que quisieran.

La única persona de la cual me importaban sus pensamientos era esa que tenía enfrente, aquella a la cual le acababa de pegar. La verdad es que me arrepentí de lo que hice ni bien lo hice. No había querido golpearlo; había estado conteniéndome hasta el último momento. Mi cabeza aun seguía repitiendo que "la violencia era mala". Habría querido disculparme pero algo me frenaba.

Está bien, yo era la que había dado el golpe final, pero sus palabras me habían herido mas que cualquier cosa que yo pudiera haberle hecho. Era su disculpa la que tenía que llegar primero, no la mía.

No había cosa que mas quisiera en el mundo mas que empezar a justificarme. Decirle lo equivocado que estaba o cuánto lo amaba realmente. Pero las palabras estaban lejos de poder llegar a mi boca. Me encontraba tildada con mi cabeza en funcionamiento y mi cuerpo congelado. Lo único que no se encontraba congelado en mi eran mis lágrimas que aun seguían cayendo por cuenta propia. Otra vez había perdido el sentido del tiempo; y los dos rehusábamos a que se encontraran nuestras miradas.

-Lo siento –dijo Nick luego de un tiempo que me pareció infinito-. No quise decir lo que dije... lo siento, de veras.

Creí en su disculpa. Le atribuí a su enfado el que hubiera dicho semejantes cosas. Cualquiera diría que ese era el momento para decirle que estaba totalmente equivocado en todo lo que había dicho. Porque aunque me hubiera insultado yo sabía que las palabras le habían salido de la inseguridad de que yo lo amara. No era Nick el que hablaba sino su inseguridad. Pero como dije antes, yo estaba muda.

Traté de tranquilizarme. Comencé a respirar lentamente tratando de volver a tener el control sobre mi cuerpo. En cuanto supe que ya era capaz de moverme, me puse de pie sin decir ni una sola palabra, agarré mis cosas y salí caminando hacia la casa, dejando a Nick solo bajo la sombrilla. Todo lo opuesto a lo que quería pero lo único que podría soportar en ese momento sin tener que explotar nuevamente. Traté de limpiarme las lágrimas pero lo único que conseguí fue rasparme la cara con mis manos llenas de arena. Soplaba una leve brisa, pero era suficiente como para que mi rostro estuviera cubierto de granos de arena. No estaba dándole al mundo la mejor imagen de mi; pero nuevamente no me importó.

No me quise tocar nuevamente la cara, ya que necesitaba ver hacia donde me dirigía.

Llegué a la casa y entré rápidamente sin esperar a secarme mas o a sacudirme un poco. Subí a la habitación dejando un rastro de arena tras de mi. Cerré la puerta una vez que entré, me apoyé contra ella y caí derrumbada en el suelo, dejando mis cosas a un lado. Lo que antes eran solo lágrimas cayendo ahora se transformaron en sollozos.

Permanecí en el mismo lugar hasta que mi teléfono comenzó a sonar en algún lugar cerca mío. Lo había llevado a la playa, así que debía estar en algún rincón de mi bolso. Comencé a buscarlo y me di cuenta de que mis manos estaban mas que sucias; debía lavarme una vez que cortara. Encontré el teléfono y miré la pantalla: Kim. Todo está bien, pensé. Era una mentira, pero al menos así podría hablar.

-Sí que te tardaste en llamarme –fue lo primero que dije. Mi voz se escuchaba mejor de lo que pensaba.

-Si hubiera sido urgente me habrías vuelto a llamar, pero no lo hiciste. ¿Qué ocurrió?

-¿Realmente tiene que haber ocurrido algo para que te llame?

-Remontándome a viejas experiencias... sí, solo me llamas cuando ocurre algo. Así que, ¿para qué me llamaste?

El último veranoWhere stories live. Discover now