10-Opiniones femeninas

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Lucy y yo entramos a la casa luego de unos minutos, cuando decidimos que por lo menos no mojaríamos toda la casa. Fui directamente hacia nuestro cuarto con mi amiga siguiéndome, necesitaba darme una buena ducha; una vez que llegué a la habitación dejé las cosas en el piso y me dirigí al baño.

-Hay toallas en el armario del baño –dijo Lucy.

-Está bien –dije mientras cerraba la puerta.

Abrí la ducha y esperé que se calentara el agua mientras me quitaba el traje de baño; entré cuando comenzó a salir vapor. El agua estaba hermosa, perfecta para poder relajarme. Me quedé bajo el agua sin moverme dejando que se llevara toda la sal de mi cuerpo. Ahora iba a estar en problemas, no creía que pudiera volver a mirar a Nick a los ojos, no sin morirme de la vergüenza. En todo caso, tendría que haber sido yo la que se lo dijera, no cualquier otra persona, ni siquiera Lucy, era algo que me correspondía solamente a mí. Pero ya estaba hecho, no podía volver atrás; me hubiera gustado tener un reloj para poder detener el tiempo y hacerlo retroceder aunque sea una hora y poder cambiarlo todo, si era necesario le cocería la boca a mi amiga. Claro que el reloj no apareció. Tendría que afrontar las consecuencias de todo esto. Aun no me había ni movido cuando escuché que golpeaban y abrían la puerta.

-¿Puedo entrar? –preguntó Lucy al mismo tiempo que escuchaba cómo se cerraba la puerta.

-Ya estás adentro –respondí con un suspiro.

-¿Ya me has perdonado?

-Ni siquiera me diste tiempo a pensarlo –dije.

-¿Qué puedo hacer para que me perdones rápidamente? –preguntó.

-En primer lugar debes prometer que de ahora en adelante vas a mantener tu boca bien cerrada.

-¿Solo eso? –me di cuenta del tono alegre de su voz.

No sé por qué se ponía contenta, como si le fuera a resultar tan fácil el no hacer algún comentario fuera de lugar.

-No, no es solo eso –dije. Ella esperó a que yo continuara-. Deberás ser mi esclava por lo menos hasta que cumpla 50.

-Está bien –respondió conteniendo la risa.

-Y ahí no termina –dije, ahí venía mi verdadera condición-. Para que te perdone, debes decirle a Peter que estás enamorada de él, qué digo enamorada, enamoradísima.

-No Lizzie, no puedes hacerme esto –dijo un poco desesperada.

-Claro que puedo –respondí-, me lo debes. Y en todo caso es totalmente obvio que estás enamorada de él, así como que yo estoy enamorada de tu hermano. Hasta Nick se dio cuenta de que te gusta, me lo dijo mientras veníamos viajando.

-Mi hermano no se debe haber dado cuenta de nada, simplemente me escuchó cuando se los decía a ti y a tu hermana –dijo eso y luego se detuvo-. Un segundo, entonces ¿tú crees que Pete ya sabe que yo estoy enamorada de él?

-No –respondí riendo-. Él debe ser la única persona que no está enterada. Así como tú eres la única que no se da cuenta que él se desvive por ti.

-¿Él está enamorado de mi? –seguramente mi amiga tenía en su cara esa sonrisa radiante que yo me estaba imaginando, la misma que tendría yo si me enterara que Nick sentía algo por mí.

-Pero yo no fui la que te lo dijo –contesté riendo.

-¿Qué más te dijo mi hermano con respecto a este tema?

-Dijo que te iba a tener que vigilar en estas vacaciones.

-Sí, claro –dijo-. Es a él al que hay que vigilar no a mí.

El último veranoWhere stories live. Discover now