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Podría detenerlo, tomar su mano, decirle que no siga, que no es lo correcto. Pero a estas alturas de nuestra relación, sé que no es lo que quiero.

Quiero que siga haciendo la magia que hace con sus dedos largos y delgados, quiero que siga besándome, que siga fundiéndose en mí hasta que no haya nada más qué explorar.

Porque lo necesito, demasiado. Él sigue tocándome como nunca nadie lo ha hecho y siento que esta alegría no podrá caber toda en mi pecho.

Su boca amortigua mis gemidos y sonríe contra mis labios, con esa sensualidad que pocas veces he visto en él. Cierro los ojos por inercia y me entrego a sus manos, a su toque y lo que causa en mí.

Yoongi me suelta por un momento para tomar mi cintura y moverme a su antojo, dejándome a horcajadas sobre él. Mi cabello ahora suelto cae en cascada por mi rostro y él se toma un momento para mirarme fijamente, tocando mis mejillas con sus dedos.

Las palabras sobran. Juro que podría mirarlo por lo que me resta de vida y no me cansaría, jamás podría si es así de atento y adorable. Muerde su labio inferior antes de mover sus manos hasta mi espalda y meterlas por debajo de la campera. Su toque electriza mi cuerpo hasta el punto en el que no puedo calmar los escalofríos que me recorren de pies a cabeza.

Muerdo mi labio inferior para no ponerme a gemir como una completa necesitada y apoyo mi frente en su hombro. Él ríe por lo bajo, hundiendo su rostro en mi cabello.

— ¿Qué pasa?

— No deberíamos hacer esto aquí. — sin mover mi cabeza, señalo las jaulas de los cachorros que poco a poco se han ido calmando y él ríe en silencio. — ¿O te gusta tener público?

— No, soy muy cuidadoso con mi vida personal. — bromea, dando golpecitos en mi espalda. — ¿Qué sugieres?

Suspiro. La verdad es que no sé qué demonios hacer porque estar sobre él se me da muy bien. Frunzo el ceño, inclinando mi cara para mirarlo directo a los ojos. Para cuando atrapa mi mirada sonríe como nunca y niega con la cabeza, realmente avergonzado. Le dedico una sonrisa y entonces una idea viene a mí.

— La oficina de papá está abierta. — susurro, rozando el hueco de su cuello con la punta de mi nariz. — ¿Vamos?

Él no responde, sólo atina a incorporarse conmigo encima. Mis pies tocan el suelo y cuando me dispongo a tomar la bolsa de papel, él entrelaza sus dedos a los míos y me lleva casi a tirones hacia las oficinas. Estas se encuentran en completo silencio y calma hasta que nosotros llegamos, caminando a trompicones como dos adolescentes a punto de corromper algo sagrado. Caminamos a tientas por las puertas y agudizo la mirada para poder ver la placa con el nombre de mi padre.

Dios, no me lo perdonaré jamás, pero ahora no importa mucho.

— Es aquí. — susurro, como si alguien pudiera oírnos. Él asiente y aprieta levemente mi mano, llevándome dentro del lugar.

Cierra detrás de él y para cuando nos encontramos solos, nos miramos fijamente, con el temor palpando nuestros cuerpos. Lo sé, me muero de los nervios, y es decir poco.

Min Yoongi es el tipo de hombre que va por la vida sin rodeos, que reinventa su vida en torno a sus estados de ánimo, sin temor a herir a alguien en el camino. Lo sé, porque lo veía en sus ojos cuando comenzaba a conocerlo. Sin embargo, ahora veo a un hombre totalmente diferente frente a mí. Este hombre se ve indefenso y vulnerable... Se ve como un ser humano común y corriente. Y me gusta, por mucho tiempo, pero más ahora, que veo su verdadero ser, el Yoongi suave como un montón de algodón entre mis dedos.

Lo recibo con gusto cuando se acerca a mí y hunde sus manos en mi nuca para atraer mis labios a los suyos. Su pecho sube y baja con rapidez, sus dedos están helados a pesar de la humedad de New York, y puedo sentir sus latidos desaforados golpeando como si quisieran ser libres de una vez por todas. Intento sonreír, aferrarme a su lado dulce, pero hoy pretende llevar las cosas a otro nivel, así que ese Yoongi desaparece de mi vista, para dejar frente a mis narices a uno bastante necesitado.

| Lies → Suga - Min Yoon Gi |Where stories live. Discover now