CAPITULO 3

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Anthony Allegry, teniente de los Ranger de Texas, entro al pueblo de Riverton cuando el sol dejaba ver su reluciente cara; guiaba una carreta sentado junto a sus tres pequeñas hijas; transportando en la parte de atrás, el cadáver de su esposa envuelto en una sábana, y el de su capataz y amigo. Recorrieron la calle principal deteniéndose ante la oficina del Sheriff, se apeó, bajó a sus pequeñas, tomo a su esposa sobre sus hombros y entrando la puso sobre el escritorio donde un dormido ayudante hacía el turno nocturno; este se despertó sobresaltado y de inmediato reconoció a su visitante.

-¡Teniente Allegry! – se caló el sombrero, se despabiló un poco y puso sus ojos en el bulto que el Ranger había puesto sobre el escritorio – ¿Qué es esto? ¿Qué ha pasado teniente?

- ¡Ve, llama al Sheriff! – bufó el Ranger por toda respuesta

El hombre no se hizo repetir la orden y se fue en busca del Sheriff; cuando este se hizo presente a manera de saludo el Ranger le soltó.

-¡Mi esposa ha sido asesinada; Sheriff!

- ¿Asesinada? – El hombre quedó de una pieza ante tal noticia – ¡no puede ser! ¿Cómo? ¿Qué ocurrió? ¿Lo sabe?

- No, no lo sé, esto fue lo que encontré ayer después que fuimos a perseguir a esos bandidos; llegué al rancho bien entrada la noche; usted sabe a qué horas llegamos aquí; encontré al viejo Sam, tirado, muerto en el patio delantero de la casa; al entrar, hallé a mi esposa atada de manos y sus piernas también sujetas con cuerdas a los muebles, fue ultrajada y asesinada.

- ¡oh mi Dios! – El Sheriff no cabía en sí de la sorpresa

El hombre de la ley de Riverton, con la mirada nublada por la confusión que la noticia le había causado, se sacó el sombrero y totalmente turbado se dejó caer en una silla; le tenía gran simpatía al Ranger y a su familia; Anthony siempre estaba presto a ayudarle cuando algo se ponía muy difícil por allí, lo cual ocurría muy a menudo; y Amelia había sido una preciosa muchacha que se ganaba el corazón de cuantos la conocían. Levantó la mirada apenada hacia el desolado Ranger queriendo decirle mucho, pero sin encontrar las palabras adecuadas.

-He traído los dos cadáveres – prosiguió Anthony – el del viejo Sam está en la carreta, este es el de mi esposa – dijo poniendo una mano sobre el cuerpo envuelto por la sábana – quiero que me ayude a encontrar a los cobardes que hicieron esto sheriff Sheldon

- por supuesto teniente – dijo el hombre un poco más repuesto – y déjeme decirle Ranger Allegry, que lamento en el alma esta desgracia que le ha ocurrido; cuando usted quiera damos comienzo a la búsqueda, solo díganos que quiere que hagamos, usted está a cargo.

- primero, envíe a su ayudante por mis vaqueros, deben haber amanecido en los salones o en algún cuarto de hotel, que se yo; también envíe un mensaje por telégrafo al cuartel de los Rangers solicitando ayuda

- ¿has oído Travis? – Bramó el sheriff – ve a buscar a los vaqueros del rancho Las Potrancas – luego se volvió una vez más hacia Anthony – yo mismo iré al telégrafo.

Entre tanto, Anthony buscó al enterrador y le dejó los cuerpos, dándole unas específicas indicaciones, le dio un par de monedas y regresó a la oficina del sheriff, donde esperó a que llegaran sus hombres.

Los vaqueros se fueron reuniendo dentro de la oficina del sheriff Sheldon, que ya también había regresado de la del telégrafo.

-como creo que ya sabéis lo ocurrido o al menos una parte, me ahorraré detalles; decidme ¿a qué hora abandonasteis el rancho ayer?

- patrón, como de costumbre, Sam nos pagó y salimos de una vez para el pueblo, el capataz quedó de último, para las cuatro, ya ninguno de nosotros estaba en el rancho

PREPARADAS PARA MORIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora