CAPITULO 24

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Días después, llegaban a la frontera; habían viajado a caballo y en tren descansando lo necesario y evitando una vez más los pueblos; llegaron al rio Grande antes del amanecer puesto que debían evitar el fuerte Duncan y por ende, el Paso del Águila no era una opción, debían arriesgarse pasando por otro lado, a como diera lugar; no dejarían que les descubrieran. Antes de pasar Morris los reunió para darles indicaciones

-guardad vuestras placas en las alforjas muchachos, en esta ocasión, no las podremos usar, seremos tan civiles como cualquiera

Obedecieron sin titubear guardando sus placas para no ser vistos como Rangers de Texas, ni siquiera como representantes de la ley y el orden

-Ahora – volvió a hablar Morris – pasemos con cuidado; debemos encontrar a Cook y a Harris que nos esperan al otro lado

Nadie las vio, pero Jack y Gerald, suprimieron un suspiro con gran esfuerzo

Pasaron el rio cubiertos por las sombras, puesto que aun el sol no asomaba; no habían caminado una hora; ya había algo de claridad, cuando una joven les salió al encuentro y sin mediar palabra les hizo señales de que la siguieran; se miraron unos a otros con una buena dosis de desconfianza, entonces Morris confirmó con un asentimiento y la siguieron todos por un camino angosto hasta una vieja cabaña escondida por el descuido y el monte, de ella salió Harris

-¡muchachos! – Les saludo – bienvenidos, no sabía cuándo llegarían por eso Diana y yo nos alternábamos para esperarlos

Todos desmontaron con la curiosidad al límite, y en Gerald los celos haciendo estragos; "no es nada mío" se decía, "es libre de hacer lo que quiera" pero nada de esto le aliviaba el dolor que se le clavaba en el alma

- ¿dónde está Brian? – interrogó Morris

- deben entrar – la que habló fue la joven a la que Harris llamara Diana – se enterarán de todo cuando estén dentro de la casa

Todos lo hicieron con algo de prisa, Jackelinne tenía el presentimiento de que algo estaba muy mal por allí. Cuando estuvieron sentados, Harris también se sentó en frente de ellos; Diana les sirvió bebidas a todos y cuando le llevó a Harris este la miró y le regaló una sonrisa, que a Gerald le supo a ajenjo

- la noche que llegamos fuimos a un lugar, que por su nombre dedujimos que era de una persona proveniente de La Unión – empezó Harris su explicación – se llamaba amor y placer, nos salió al encuentro una mujer de unos 40 años que desgraciadamente puso su ojos en Brian, le falto desnudarse de tanto como se le ofrecía; en un momento que nos dejó solos, Brian me pidió ir a ubicar la oficina del telégrafo, por que al estar Serena encaprichada con él, levantaría sospechas si ella o alguien más lo seguía; ya ella nos había dado información de Pedreros; Salí a cumplir con lo acordado, tardaría una hora ya que encontré al telegrafista, que estaba cerrando su oficina porque ya se iba, tuve que rogarle. Cuando regresé al salón Brian no estaba por ningún lado, Serena me salió al encuentro diciendo una sarta de embustes; que Brian estaba muy cansado, y que se había retirado con una mujer, dejándome razón que hiciera lo mismo y que no lo molestara; y todos sabemos que Brian no haría eso, él está perdidamente enamorado de alguien más y no es de los que engañan – "como yo" pensó Harris viendo fijamente a Gerald pero ella desvió la mirada – aun sabiendo que no era cierto hice lo que ella me dijo me fui a descansar...

- conmigo – interrumpió Diana y Harris no pudo evitar sentirse incomodó, una vez más veía directamente a Gerald – tuve que acompañarlo por órdenes de Serena – todos la miraban con curiosidad y Gerald con enojo – pero él no estaba interesado en mis servicios, así que tuve que irme – mientras ella hablaba Morris y Jack fueron testigos de las miradas de Harris y Gerald, las de el indescifrables y las de ella de rabia y después de indiferencia

PREPARADAS PARA MORIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora