PREPARADAS PARA MORIR

CAPITULO 21

Cuando llegaron a San Miguel ya estaba oscureciendo, entraron al poblado, llevaron sus caballos al establo y con sus alforjas al hombro entraron al salón con ánimos de tomar algo antes de ir a buscar cena y habitación al hotel; fueron directo al mostrador pero la hostilidad que empezaron a percibir, de inmediato los puso alerta, pidieron sus bebidas y mientras las tomaban no dejaban de observar

-¡no queremos Rangers aquí! – grito alguien al fondo

- pues tienen un problema – respondió Morris – solo estamos de paso

- ¡pues pasen! ¡Váyanse!

- vayan averigüen quien nos quiere echar – les dijo Morris a los Donovan en vos queda – Larson tú y yo ojos abiertos

Jack, Gerald y Max dejaron sus alforjas junto a sus compañeros y se abrieron paso por el alborotado salón y fueron a donde se había oído que salía la voz; pero ninguno de los presentes se quiso hacer responsable; fueron a dar vuelta para regresar, pero alguien envió una botella a la cabeza de Max, solo que Jack desvió las intenciones del atacante pateando la botella antes de que golpeara, gracias a su rapidez y que no se había vuelto por completo; gracias a eso también pudo ver al agresor; fueron hacia él, pero en ese momento, todos alrededor de los tres Rangers, se retiraron dejándoles aislados; fue entonces que una lluvia de botellas provenientes de varias direcciones, venia sobre ellos. Manos y piernas de los Rangers entraron en acción para el asombro de muchos, algunas botellas se devolvieron al lugar de partida otras se hicieron añicos en el aire pero ninguna de ellas dio en su objetivo, cuando las botellas se acabaron, entraron en acción los puños y las patadas. Larson había sentido temor por Maxinne por un momento, pero luego su confianza regreso fortalecida; solo que cuando él y Morris quisieron intervenir, fueron impedidos por parroquianos del salón que los atacaron; Morris solo le alcanzó a decir a Larson "sin muertos" cuando un fuerte puño se estrelló en su mandíbula, vio a su atacante y le sonrió mientras se acariciaba el mentón, esperó el próximo golpe y cuando llegó, lo detuvo con el antebrazo y asestó uno que fue directo al ojo izquierdo del individuo, ese ya no dio más problemas; fue sacándose a todo el que quiso probar suerte con los puños en su persona, sin problemas. Larson por su parte, atendía a sus propios admiradores, deteniendo golpes, esquivando y acertando gran parte de los que propinaba, en un momento que sus reflejos lo alertaron, desenfundó para con un certero disparo desarmar a un hombre que iba a disparar a traición sobre uno de sus compañeros. Morris para evitar que eso pasara a mayores desenfundo con celeridad e hiso otro disparo al aire.

-¡basta! – Gritó – ¡ya les dije que solo estamos de paso! ¡Saben quiénes somos y que están cometiendo un delito!

En ese momento, las puertas batientes del salón se abrieron dando paso a un sheriff con muy pocas pulgas, y a sus ayudantes; miró a un lado y otro descubriendo a un sin número de parroquianos golpeados, incluso algunos sin sentido

-¿Qué está pasando aquí? – fue más un alarido

- ¡no queremos Rangers en el pueblo! – se volvió a oír la misma voz que habló la primera vez, la que incendió el fuego

- ¿y quién rayos quiere...? ¡¿Rangers?! – El hombre de la placa se fijó por primera vez en los tres jóvenes Rangers, rodeados de quejumbrosos hombres, en un extremo del salón – ¿Qué los trae por aquí Rangers?

- lo que le decía, sheriff – respondió Morris acercándose seguido de Larson – a estos respetuosos señores; es que la casualidad nos trajo de paso por este pacífico lugar – la ironía con que hablaba no engañaba a nadie, el sheriff veía que el Ranger estaba enojado y lucía un golpe en su rostro – soy Franklin Morris, capitán de los Rangers de Texas, estos chicos – dijo señalando a los demás – son hombres bajo mis órdenes; este lugar, desafortunadamente, nos quedó en el camino; solamente queríamos pasar la noche con algo de comodidad y una buena comida, ya que hace días, no vemos ninguna de las dos