C U A T R O

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(Narra Alice)

En el hotel que estábamos alojándonos había una familia constituida por una niña pequeña de 8 años y su hermano pequeño de 6 años, se veían muy tranquilos jugando en el parque, lo que me hizo recordar cuando éramos pequeñas y jugábamos con Tamara en la plaza.

Era miércoles y con Isabella nos acabábamos de despertar, cuando tocan la puerta, Isabella abre.

-Hola, ¿Cómo estas pequeña?-dice Isabella.

En la entrada había una niña pequeña, era la misma del parque, pero al figarme en su rostro puedo ver sus ojos rojos, se veía como poseída por algo demoniaco, pero lo que me llamo la atención fue que en sus brazos se encontraba la muñeca de Tamara.

¿Cómo era posible? Estábamos a miles de kilómetros del instituto de donde estaba la muñeca, ¿Cómo pudo llegar aquí?

La niña susurra un pequeño y casi inaudible “síganme”.

La seguimos hasta el parque, la niña que tocó la puerta estaba en los columpios como si nada pasara, pero no tenía la muñeca en la mano.

Detrás de los arbustos se escuchó una escalofriante voz cantando;

“Ven a jugar conmigo,

Detrás de estas rosas

Tu morirás”

Isabella toma valor y revisa detrás del arbusto, estaba la muñeca de Tamara.

-Mami vamos a jugar-dice la grabación de la muñeca.

Isabella corre hasta un bolso que estaba en una de las bancas del parque, busca cualquier cosa que pudiera servirnos, toma un encendedor y le prende fuego a la muñeca.

La niña de 8 años se levanta de los columpios y con una fuerza sobrenatural empuja a Isabella, la muerde, mientras los ojos de Isabella estaban blancos.

Tomo un poco de arena en mi mano y se la tiro a la niña, esto debería hacer que se enoje conmigo y poder salvar a Isabella. Pero la niña no hacía nada.

Me puse a rezar por Isabella, cierro mis ojos y escucho un grito, los abro del susto y veo que la niña esta tirada en el suelo llorado con sus manos en la cabeza, le duele, le molesta que rece.

La niña desaparece de la nada e Isabella se levanta como si no hubiera pasado nada. El parque estaba vacío, no podíamos pedir una ambulancia, de este modo nos tomarían por unas completas lunáticas. Fuimos al departamento, Isabella se limpiaba la herida y yo estaba preparándole un té, la ventana se abrió bruscamente, cuando fui a cerrarla me quedé mirando al parque, Isabella al ver mi cara de espanto se levantó y se puso al lado mío. La niña estaba enterrando algo, ¿Pero qué era?

¿Era un muñeco? No, su tamaño era demasiado grande como para ser un muñeco. ¿Era una persona? No lo creo, ¿Por qué una niña de 8 años estaría enterrando a una persona?

La niña camina a la derecha, dejándonos vista a lo que estaba enterrando…

No puede ser, está enterrando a su hermano menor. Isabella se queda quieta, puedo sentir su sorpresa con tan solo mirar su rostro, por otro lado yo me siento fatal, quizá nunca hablé con el niño, pero el solo hecho de verlo ahora muerto me causa tristeza, y en el estado que está me da mucha rabia, quizá sea nuestra culpa, Tamara se nos está llendo de las manos y no podemos hacer nada para evitar que ella y lo que sea que la está controlando paren.

No puedo evitar que mi rostro se bañe en lágrimas, la imagen es muy fuerte de ver, estoy quieta, siento que eh quedado en un tipo de “shock”.

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