Amortentia, conquistador y revelador.

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  Su clase con Slughorn era la que mantenía como tradición para todos los sextos años. Hacía tres pociones, Amortentia, Veritaserum y Poción Multijugos; y una pequeña muestra de Felix Felicies, para el que mejor hiciese el filtro de muertos en vida. Sin duda era la clase mas ansiada de todo el año, porque les daba la posibilidad de robar un poco de estas para quien fuese habilidoso.

  La clase comenzó normal, y Bella como buena sabelotodo que era, se empeño en contestar antes que los demás como buena Revenclaw que también era. Pero todavía recordaba el bochorno de una de las preguntas. Morgana, que vergüenza.

   Y comenzó a hablar Slughorn — Y dígame señorita Star, ¿qué es lo que huele?

  Bella se había acercado al escritorio del profesor lentamente mientras sentía su mirada clavada en el centro de su espalda. Destapó el caldero y delicadas y rosadas líneas espiraladas subuieron junto con un abundante aroma. Tinta fresca, chocolate y un inconfundible aroma a Él. No era algo especifico, no era algo descriptible, pues simplemente recordaba su aroma al abrazarlo, cuando sus manos se rozaban al caminar o al cambiar de página cuando se sientan a leer, o incluso cuando compartían pupitres en las clases. Albus no olía a menta, ni a colonia, ni siquiera a un jabón en particular, simplemente era él. Merlin, no estaba enamorada, estaba perdidamente loca del chico a su lado.

  "Tierra llamando a la estrella perdida. Heouston, perdimos contacto."

  Albus aspiró profundamente cuando el caldero se destapó. El salón se llenó de un agradable olor a pergamino, libro viejo y chocolate. Albus sabía quién olía a chocolate. Y por cosas de la vida, un sabor a miel inundó su boca, lo hizo salivar, lo hizo desear probarla. A la miel, quiso decir.

  Sus manos se rozaron cuando ella volvió, y su piel pálida y fría le insitaba a tomar su mano y calentarla. Y su rostro, y sus labios, y su cálido corazón, que necesitaba abrazos y arrumacos por más de que lo negará.

  La clase terminó, sus ojos se encontraron y la sonrisa del chico calentó la sangre y las mejillas de la chica. Albus no solo era guapo, era el chico que cualquier mujer querría a su lado, no solo maduro, sino que tierno, atento y un romántico en cada una de sus latras. Albus Severus Potter Weasley era perfecto.

  Por otro lado, el de Albus, Bella a pesar de ser una chica fría y algo callada, era el sumum de la belleza interior y exterior, el ejemplo de la riqueza intelectual, y él le haría un altar a su inteligencia y astucia. Todavía recordaba el día de la selección, él ya se había sentado en la mesa de Slytherin y desde ahí veía cómo iban llamando a cada joven como él de once años. Una niña de anteojos bastante grandes para su fino rostro, una cabellera rizada oscura y unos ojos oscuros que mostraban lo curiosa y ansiosa que estaba. Su uniforme hasta donde se podía ver muy bien, a excepción de su suéter, que era por lo menos dos tallas más grande de la que debería y su túnica abierta al frente. Igual era linda.

  Star, Bella había dicho el profesor Longbootom. Albus todavía recordaba al sombrero seleccionador murmurar durante mucho tiempo antes de escoger la casa de Bella, fueron fácilmente siete minutos. La tensión del comedor había sido muy fuerte, hasta que por fin el sombrero había vociferado un “REVENCLAW” y la casa había estallado en demasiados aplausos. Y algo un poco más extraño había dicho el sombrero cuando Bella estaba llegando a su mesa. “Cuidado, linda estrella, Slytherin también sería una buena compañía para tu brillante mente.”

  Albus no había comprendido esas palabras que el sombrero había dicho en otro idioma, español según Bella, hasta unos años después cuando se atrevió a hablar con la chica. Aunque ella todavía seguía sin decirle el significado de aquella frase.

Albus Severus Potter, eres un idiota ||HCWhere stories live. Discover now