Epilogo

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  Connor Charlus Potter, de trece años, miraba con una mueca de asco una foto en la que se veía a sus padres besándose. Amille Potter, de catorce años, veía embobada la misma foto. Y Clarisse Potter fruncía el entrecejo intentando averiguar, con su corta y tierna edad de seis años, quienes eran esos dos extraños que chocaban sus bocas.

  Bella Star de Potter recorría la casa limpiando al estilo muggle algunas cosas, mientras cuidaba, de la misma forma, la cena que estaba preparando. Lo de hacer pura magia en su hogar mucho no le apasionaba y le gustaba mantener las costumbres que por tantos años y con tanto esmero su madre le había enseñado como buena hija de muggles que ella había sido.

  Pasó, casi como por casualidad, frente a sus tres hijos que todavía admiraban la foto. Y los miró extrañada.

  — ¿Qué hacen? — su voz sonaba cautelosa ya que, casualmente, los tres habían estado pasando demasiado tiempo con sus tíos Fred y James, que tampoco le daban muy buena espina a la chica.

  — Mamá, ¿cómo fue que empezaste a salir con papá? — la embelsamada vos de Amille endulzó su expresión.

  — ¿Alguien está curiosa hoy? — se oyó la voz del Albus Potter, gran medimago reconocido, desde la entrada de su casa.

  — Será que no alguien, sino algunos, cariño — contestó entre pequeñas risas su esposa.

  El azabache llegó a la altura de su esposa y besó suavemente esos carnosos labios que, todavía, tanto le atraían.

  — ¿Quién lo diría? — dijo, antes de depositar tres besos en las cabezas de sus hijos en forma de saludo, mirando la foto a la que sus niños tanta atención ponían.

  — Al parecer todo Hogwarts — susurró la de cabello rizado.

Albus Severus Potter, eres un idiota ||HCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora