Albus Severus Potter, eres un idiota ||HC

El Enamorado y la Cuñada

  Esto sobrepasaba lo absurdo de la situación. Bella había estado a centímetros de besar a Albus cuando la estúpida squib de Susan había jalado a Albus hasta ella. No. Las cosas no podían seguir así. Ella se había prometido esperar hasta que él se diese cuenta de lo enamorada que estaba, pero ya no podía aguantar las ganas de llorar que entraron en ella cuando vio como él comenzaba a hablar con la pelirroja como si ella hubiese dejado de existir.

  Al menos así lo vió Bella en ese momento.

  Albus fulminaba con la mirada a Susan, quién se había interpuesto entre él y Bella. No podía estar más enojado, más triste, más desilusionado. ¿Acaso ella no entendía lo enamorado que estaba de Bella desde hace años? ¿Acaso él no había hablado horas enteras sobre su inteligencia, sobre los libros que ella leía, o incluso de como se mordía el labio? Esto era el colmo.

  Bella miró hacia los dos y luego se dio la vuelta lentamente mientras comenzaba a caminar por los pasillos del interminable castillo. Estaba triste, se sentía defraudada, engañada. El nudo en su garganta se incrementó y sus ojos se empañaron. No debía llorar. Los hombres eran lentos de entendimiento, eso lo sabia, pero que la pelirroja se interpusiera en esto era demasiado. Ella sabia y entendía lo que le pasaba, pues seguramente sentía lo mismo solo que la chica era egoísta y se aprovechaba de las situaciones.

  Una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla y la dejó caer hasta su cuello. No tenía fuerzas para sacarse la de encima.

  —¿Bella, sabes dónde está Albus y mi querida cuñada?

  La chica levantó la vista y se encontró con el hermano mayor del chico del cual estaba enamorada. No tenía ánimos para hablar así que solo señaló para su espalda con su dedo. James asintió y partío para ellos. Lo peor que pudo escuchar fueron las palabras del chico. Cuando se alejó lo suficiente, echó a llorar. La vida estaba jugando con ella. Afrodita estaba jugando con ella. Estúpido Eros.