CAPITULO 5

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Lauren Pov

Jueves por la noche, y yo con mi celular en mano, dando vueltas y vueltas por mi apartamento la verdad es que soy muy afortunada en tener un apartamento tan grande porque de lo contrario habría hecho un enorme hoyo en el piso de tanto caminar en círculos alrededor de la mesa, me detengo, camino hacia la enorme ventana de vidrio que se encuentran frente de la mesa y observo la noche, no pude evitar preguntarme "¿que estará haciendo Camila?" ¿Tendrá la noche "libre" o estará con una clienta?: Una clienta que está disfrutando de su cuerpo, sus besos, sus carisias... ¡ya basta Lauren deja de torturarte! Si lo está, no es tu problema, me digo mientras que sostengo muy fuerte el celular aun en mi mano. Quería llamarla me convencí a mí misma hoy en la oficina que lo haría, pero ahora que estoy a un paso de hacerlo ¿porque no lo hago? ¿Qué me detiene? Si ya la he llamado antes, será porque esta vez es diferente, esta vez no la llamo para pedirle "sexo" a cambio de "dinero" ¡cielos! No dejo de sentirme fatal cada vez que pongo los pies sobre la tierra y me doy cuenta que me he convertido en una clienta fija de una prostituta ¿en qué momento paso? Aunque la verdadera pregunta es ¿en qué momento me enamore?.

—¡¡demonios yo no quiero ser solo una maldita clienta!! —le grito al apartamento vacío , "ya que ni siquiera una mascota tengo" , que triste suele ser mi vida a veces, este apartamento tan grande y yo viviendo aquí sola, pero lo más extraño de todo es que siempre me sentí bien , nunca me sentí sola ... hasta que conocí a Camila.

Me separe de la ventana, y camine hasta los sofás grises que se encuentran en el salón , con una mesa en el centro y sobre está, mi pequeña planta que es al parecer es mi única compañera en el apartamento, me siento en el sofá más grande el cual está ubicado en otras de las enormes ventanas de mi hogar y miro mi celular decidida, busco su número entre mis contactos y llamo.

El celular hace ese famoso ring un par de veces mientras que yo me muerdo una uña esperando escuchar su voz.

—¿si Lauren? —se escucha su delicada voz, me derrito al instante, con tan solo escucharla — ¿Qué se te ofrece?

—ho-hola — contesto un tanto nerviosa—¿puedes hablar o estas ocupada?

—estoy libre hoy, solo estaba viendo tv —me dice de lo más calmada, mientras que yo estoy hecha un mar de nervios.

—está bien, me preguntaba si... bueno si .... ¿Podríamos tener una cita? —dije expectante, esperando su respuesta

—está bien, déjame buscar la agenta y te digo, no cuelgues —"me va a programar otra cita! Dios"— ¿Lauren sigues allí?

—si aquí estoy—digo tratando de decirlo lo más naturalmente posible.

—excelente, tengo libres, el próximo jueves pero en la noche y el viernes "solo" en la mañana, ¿cuál día escoges? —me dice con tanto profesionalismo que por un momento pensé que estaba pidiendo cita con el dentista o la peluquera.

—Camila creo que no entendiste lo que intentaba decirte—le dije armada de pura valentía.

—por supuesto que entendí, me dijiste que querías una cita y te estoy dando un espacio en mi cronograma, ¿o no era eso lo que querías? — pregunta un tanto confundida

—no, no era eso lo que quería, te estoy hablando de una cita, pero de esas citas de la vida cotidiana, como.... Como ir a ... cenar, por ejemplo.

—¿Una cita para cenar? un poco raro, ¿no? —dijo algo impresionada

A mí sí que me parecía extraño. Ella consideraba perfectamente aceptable programar una cita sexual, pero, en cambio, una sencilla invitación para salir a cenar se le antojaba "raro". Bueno, hasta ese momento yo siempre había creído que salir a cenar era una actividad relativamente normal. Cuando el trabajo no lo impedía saboteando mi vida social "algunas personas me consideraban una adicta al trabajo", yo tenía la costumbre de salir a cenar dos o tres veces por semana con algún amigo o con alguna amiga. Cocinar no siempre me resultaba posible debido a mi volumen de trabajo y, además, tampoco es que me divirtiera especialmente cocinar para mí sola. Sin embargo, cuando tenía tiempo "lo cual, insisto, sucedía muy pocas veces" invitaba a un par o tres de amigos a cenar en casa. Teniendo en cuenta mi aspecto tan obvio de ejecutiva, que no siempre acababa de encajar con actividades tan "del hogar" cocinar no se me daba del todo mal. Mis soufflés son famosos.

—¿Demasiado rara para aceptarla? — pregunté directamente.

En mi opinión, no parecía haber muchos motivos para andarse con rodeos. Su decisión dependía, probablemente, de criterios de los cuales yo no sabía nada, como tampoco sabía nada de ella. Por mi mente revolotearon unas cuantas ideas sobre lo que haría en el caso de que me dijera que no ¿atar en su ventana globos con las letras de "Feliz Cumpleaños"? Bueno, ni siquiera sabía cuándo era su cumpleaños. Hiciera lo que hiciera, seguro que me iba a decir que no. ¡Me encanta que me rechace una mujer de la cual estoy locamente enamorada! Me dije con sarcasmo.

—Demasiado rara como para no pensarlo bien antes —dijo ella enseguida. No se dejaba sorprender. Su comentario no era ni profesional ni personal, eso podía entenderlo, pero me molestó un poco su actitud distante. Quería saber qué se ocultaba detrás

—. O sea, que no puedo contestarte ahora — me dijo, Se comportaba con tanta indiferencia, que sentí ganas de darme cabezazos contra la pared por haberla llamado. No tenía motivos para quedar conmigo a excepción, quizá, de los profesionales, "de las citas sexuales" pero no era eso lo que yo le estaba ofreciendo. Aunque... sí, quizá era eso lo que la frenaba. Quizá debía decidir antes a qué categoría pertenecía yo a la de las clientas o a la de las... ¿de las qué?

—. ¿Puedes volver a llamarme la semana que viene? —¡¿Qué? ¿La semana que viene? no oh!"—me dije—, ¿qué estoy haciendo? Está claro que no quiere.

—Sí, claro. ¿A qué hora... a qué hora puedo encontrarte? —la idea de interrumpirla mientras estaba "trabajando" me resultaba insoportable.

—Ya lo descubrirás —dijo. Claro, si no contestaba al teléfono, es que Estaba "ocupada". ¿Por qué me torturaba a mí misma de esa manera? "Porque siempre haces lo mismo. Porque las mujeres que te rechazan te parecen mucho más deseables". Me dio rabia, pero no podía llevarle la contraria a mi mente puesto que, sencillamente, tenía razón. Y en honor a la verdad, ese era el único motivo por el cual nos habíamos encontrado. Me había atraído su frialdad, su actitud "ya fuera fingida o real" de mirarme por encima y su indiferencia. En el ínterin, probablemente tendría que haberme dado cuenta de que era real, aunque me habría gustado más pensar lo contrario.

—está bien, pero ¿prefieres que te llame algún día en concreto? —Estoy segura de que mi voz sonó bastante sarcástica, pero no tenía ganas de llamarla cada día y no encontrarla hasta el fin de semana. Después de todo, mi masoquismo no llegaba a tanto. Se echó a reír. En serio, ¡se echó a reír!

—Estás loca —comentó.

—¿Te sorprende? —ahora sí que estaba harta. ¡Se había reído de mí! Desde luego, no estaba dispuesta a consentírselo. Y por lo general, cuando invitaba a alguien a cenar, la gente solía aceptar mi invitación con un poco más de entusiasmo, murmuré entre dientes. Sin embargo, ella ni siquiera me oyó.

—Por si te sirve de algo, no me encontrarás antes del miércoles.

—Oh, sí, me sirve de mucho. ¡Muchas gracias! Colgué el auricular bruscamente.

¿Por quién me había tomado? Probablemente por lo que era, un perrito desesperado rascando en su puerta. Me avergonzaba de mí misma, pero aún no podía rendirme. De momento, no me había dicho que no. Me sumergí en mi trabajo y traté de no pensar en ella constantemente. Hacía bastante tiempo que el proyecto no progresaba tan rápidamente. Sin embargo, lo de no pensar en ella no se me daba tan bien, pues dedicaba todos los minutos libres a esa actividad.

Mientras rellenaba un formulario para solicitar una ampliación del presupuesto en medio millón de dólares, la vi frente a mí, sonriendo y vestida con su bata de seda. Sentí deseos de desnudarla y abrazarla, pero era imposible, claro no podía imaginarla desnuda, y sabía perfectamente por qué ella no había dudado a la hora de poner su cuerpo a mi disposición, porque no tenía nada que esconder. Sin embargo, hasta ahora sólo había visto "cuando ella no miraba" un pequeño fragmento de su alma. Lo que a mí me interesaba era el resto de aquello de lo que formaba parte aquel pequeño fragmento. Sin duda, lo tenía muy bien escondido y difícilmente me lo mostraría voluntariamente.

Durante el transcurso de la semana tomé la decisión de intentarlo una última vez. Después de todo, no quería quedar como una absoluta idiota. Sin embargo, no sabía si sería capaz o no de mantenerme firme en mi decisión. Aquella mujer ocupaba mi mente por completo, y lo peor de todo era que estaba completamente segura de que ella no dedicaba ni un solo minuto a pensar en mí. Casi con toda probabilidad, se distraía con alguna otra mujer, mejor dicho "otra clienta" que ni siquiera podía ofrecerle mucho más que yo.


Mi Reina De La Noche CamrenWo Geschichten leben. Entdecke jetzt