CAPITULO 13

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 Cuando me abrió la puerta me di cuenta de que el cansancio de su voz se reflejaba también en su cara. Aunque me moría de ganas de rodearla con mis brazos y abrazarla con fuerza, me limité a darle un beso de pico a modo de saludo. Tuve la sensación de que mi gesto la pillaba un poco por sorpresa, esperaba algo apasionado, pero no dijo nada.

Llevaba otra vez su bata de seda, aunque en esta ocasión se había puesto debajo un pijama también de seda. Pensé en lo excitante que sería quitárselo... El cosquilleo que sentía en los dedos era tan intenso que tuve la sensación de haberlos metido en un hormiguero. Pero no: esta noche le tocaba a ella. Sólo a ella.

—¿Tienes una bolsa de agua caliente? — le pregunté, mientras la seguía por la habitación. Se paró en seco y casi chocamos.

—¿Una bolsa de agua caliente? —repitió en tono escéptico, después de volverse para mirarme.

—Sí. O una esterilla eléctrica, aunque va mejor una bolsa de agua caliente.

—¿Va mejor una bolsa de agua caliente? Le acaricié la mejilla con el dorso de la mano. Me habría gustado prolongar aquella caricia, pero conseguí controlarme. Me eché a reír.

—Para que estés calentita, cariño.

—Pero si no tengo frío Lauren —protestó, un poco molesta. Era de esperar, me dije, después de una jornada laboral tan ardiente.

—A lo mejor coges frío mientras te hago un masaje. —. Eso es lo que había planeado.

—Observé su rostro y vi cómo aumentaba el cansancio. Tenía que actuar con rapidez

—. Ya te lo he dicho por teléfono y te lo repito ahora: te aseguro que lo único que pretendo es hacerte un masaje. — Levanté la mano derecha—. Te lo juro por la gran naya rivera

— ¿naya rivera? ¿Quién es esa? — Ahora estaba algo más que molesta. Seguramente, no veía mucha tv solo cuando está conmigo relajada en el sofá.

— cariño es una actriz de televisión, es muy hermosa, es latina como tú. de hecho, tienen cierto parecido. no lo había notado antes.

—es decir que solo te gusto, ¿porque me parezco a esa mujer? empezó a decir, al parecer un tanto confusa.

—jajaja No, claro que no—la idea de sus celos me hizo reír— a mí me gustas solamente tú. Y sabes que te amo. No lo pondría en duda así tenga en frente a la mismísima naya rivera.

— ¿Puedes dejar de hablar de esa mujer? y de decir su nombre y apellido —en su rostro veía mucho enfado, Me gustaba tanto aquella, escenita de celos que me estaba dando — Tengo una esterilla eléctrica —dijo, a pesar de todo.

Seguramente, también era de seda, lo cual explicaba por qué no tenía una bolsa de agua caliente: porque no las hacen de seda.

—Perfecto —dije alegremente, haciendo caso omiso de su enfado —. ¿Puede traerla? —Un tanto desorientada, echó un vistazo a su alrededor como si fuera la primera vez que veía aquel apartamento, y luego se dirigió a su habitación. Yo la habría seguido, pero esta vez me tocaba esperar a que me invitaran a hacerlo. Volvió poco después y, efectivamente, traía una esterilla eléctrica. Y no tenía la funda de seda.

—Bueno —dije, mientras miraba a mi alrededor con aire dudoso—, ¿dónde te hago el masaje?

—Aquí —dijo. La seguí, impulsada por la curiosidad puesto que nunca había llegado hasta allá solo hasta la cama que se encontraba en una parte del gran salón de su apartamento. Su habitación era bastante lujosa —como ya había supuesto— pero no era ni recargada ni —como ya tendría que haberme imaginado— sórdida. No puede evitar sonreír enormemente cuando me fijé que sobre su cama estaba el enorme oso de peluche que le regalé el cual reposaba en las sábanas de seda.

Mi Reina De La Noche CamrenWhere stories live. Discover now