10. La triste verdad y el único remedio

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—Entonces, así es como son las citas de verdad...

Asher está sentado frente a mí en el parque, sobre la manta que tendí sobre el pasto, con un emparedado en la mano y mirando alrededor. Luce fascinado y feliz. Pensé que la idea de una cita en el parque no le gustaría, porque siempre lo he visto como un chico de interiores pero al parecer di justo en el clavo. El hecho de que él no hubiese ido nunca a una cita antes me hace esto un poco más fácil y placentero. Al menos puedo quedarme con esta primera vez de Asher.

—Del uno al diez ¿Qué te está pareciendo? —interrogo.

—¿De verdad tengo que escoger? Esto ya es otro nivel —me dice, luego toma su vaso de jugo y se sienta cruzando las piernas, colocando sus codos sobre sus rodillas—. Creí que esto solo pasaba en películas donde el protagonista es perfecto y de ensueño, y a chicas, por supuesto. Tal vez no he visto suficientes películas gays.

—Sí has visto suficientes, tu lista de Netflix está llena de ellas —alzo las cejas.

—Sí pero siento que no es suficiente —bromea—. De cualquier forma... dime, ¿Qué más haremos hoy? —ladea su cabeza y sus ojos brillan cuando me pregunta aquello y sé perfectamente por qué lo hace en ese tono.

Después de ocurrido la noche que salimos al club en el departamento, hemos estado haciendo eso... mucho. En resumen, cada noche desde hace algunas semanas. Nunca lo decimos directamente pero siempre que Asher termina de darse una ducha, vuelve a la habitación y se sube a mi regazo y es cuando la diversión comienza. No hemos avanzado desde ahí, por supuesto, y eso me está matando lentamente pero sé que es mejor que no hacer nada.

—Hoy, después de divertirnos, volveremos a casa, te darás una ducha y decidirás que hacer —me encojo de hombros—. Por ahora, solo tienes que acercarte más —le tiendo una mano y lo hace levantarse de su lugar para moverlo hacia el puesto entre mis piernas y mis brazos—. Así no parecemos dos amigos estúpidos que por casualidad de la vida vinieron a un picnic, es mejor dejar claro que somos pareja.

—Este sitio está lleno de niños —él mira alrededor buscando su excusa pero solo hay unos cuantos volando una cometa muy lejos de nosotros, las risas de los demás vienen de un parque está cerca pero no tanto como para que nos vean—. Bueno, no aquí pero los hay, siento su presencia.

—Te gustan los niños, te vi jugando con ese bebé en el bus el otro día...

—¡Pero si me estaba mirando! Tienes que jugar con un bebé que te mira, está en la biblia.

Me echó a reír mientras lo abrazo con fuerza. Él más adorable no puede ser.

Dejo caer mi barbilla sobre su hombro y alzo una mano para acariciar su pelo con suavidad. Él se acurruca entre mis brazos, por lo menos está cómodo, se ha acostumbrado a estar conmigo de esta manera incluso si es afuera.

—Sé que la pasaste mal con, ya sabes, Caleb queriendo hijos y todo eso... —comienzo, con cuidado, sin querer arruinarlo pero como ya es un tema normal él no se tensa—. Pero ya sabes, no es como que sea imposible, eres gay, no estéril... y él es un idiota. Probablemente él no debería tener permitido reproducirse.

Asher suelta una carcajada.

—Probablemente —asiente—. La cosa es que... no sé si estaría bien querer ser padre.

—Tenemos ventiún años —digo—. No hay que pensar en eso ahora.

—Tienes razón —él me mira—. Por cierto ¿Cuándo es tu cumpleaños?

—Doce de noviembre.

Él frunce el ceño de repente y se aleja de mí.

—No juegues —me dice.

Gato callejero |BL|Where stories live. Discover now