3.- Cima relajante.

17 0 0
                                    

16 de Julio
8:36 a.m.


Los rayos de sol eran bastante fuerte para ser las ocho con treinta de la mañana, en mi cabeza cubría mi gorra y mis lentes de sol, de ropa llevaba un pantalón corto y una playera con mangas cortas de Metallica. Había venido a explorar un poco al desierto, ya tenía como dos semanas que no había venido, debido a que me había quedado como horas extras en la tienda, dado que había llegado mercancía nueva.

Extrañaba tanto estas tierras, el olor del desierto, me crean loco, pero extrañaba el calor de aquí aún que estemos a 42 grados.

Había venido en Jeep color rojo, pasando por la carretera, tomé un tramo de seis kilómetros desviándome de ella y poder llegar al lugar donde llegaba desde que era chico. Mi auto lo había dejado estacionado bajo un pequeño árbol, pocos de los que se encontraban aquí y tomé mi bicicleta para poder andar mejor entre los pequeños cerros y desviaciones que tenía el desierto. Estando ya un poco adentro, dejo mi bicicleta a lado de una roca en la cual siempre era ese lugar donde la dejaba para luego salir a caminar y explorar.

Saltar, agacharme, caminar lento y con cuidado, era una de las cosas que hacía al estando aquí, estar entre las piedras y sobre ellas era mi gran pasión, podría quedarme aquí por horas y horas sin cansarme de esto, de la naturaleza.

Me puse mis auriculares, sonando algo de Aerosmith en mis oídos mientras sacaba de mi mochila mi mejor amiga, mi cámara. Me puse a fotografiar algunas rocas y sus relieves, la arena en sí, por qué en ciertos lugares del desierto cambiaba de color de un tono amarillento en algunos lugares y otros algo rojizos.

Todo era totalmente maravilloso aquí, el poder conectarme con la naturaleza era una cosa magnífica. Caminar sobre la tierra y algo de arena caliente, me hacía transmitirme mejor con ella.

Claramente tenía que estar con cuidado con algunas ramas secas que se encontraban al rededor, algunas de ellas podrían tener alguna que otra espina y era difícil después poder caminar una vez que lo hayas sacado, créanme, lo digo por experiencia.
Me había encontrado un par de animales e insectos, por ejemplo, con mucho cuidado pude acercarme y fotografiar un poco de lejos a una víbora de cascabel, que sin duda esta media más del metro, era de color rojizo y amarillo, se encontraba entre un arbusto ya seco; pude ver cómo la víbora saltaba, lo bueno que no hacía a mi, lo hacía hacía un alacrán, comenzando una pequeña lucha entre ellos, observando y captando con mi cámara, el como el alacrán tiraba de su cola para poder defenderse de no ser comida de la especie más grande. Minutos después, la víbora le ganó a su presa, comenzando a devorarla de a poco.

Me había alejado de ahí para seguir mi camino y poder captar un par de cosas más. Vi un pequeño cerro que media unos treinta metros, así que decidí guardar mi cámara en mi mochila para que no saliera dañada entre las rocas al subir, ponerme bien de mi mochila y comenzar a escalar. Para ser claros, lo tenia ninguna protección, no la necesitaba por qué conocía mis tierras, esto lo he hecho ya bastantes años y nunca me he caído, pero aun así, tengo todo en mi mochila por si algún día lo necesite.

Roca tras roca, tenía cuidado de pisar y tomar de ellas, un mal movimiento y podría caer entre los arbustos secos o en alguna piedra, que mirando hacia abajo, había más arbustos secos que piedras.

Seguí mi camino de forma lenta y cuidadosa, llegando a la cima, mirando al rededor de la calurosa y solitario desierto en el que me encontraba. Retiré mis audífonos para luego apagar de la música y ver del paisaje, robándome suspiros relajados ante mi vista.

Tenía demasiados recuerdos aquí, sobre todo con mi padre, que si no hubiese sido por él, no hubiese encontrado mi pasión hacia la naturaleza.
Recuerdo que una vez mi padre y yo pudimos encontrar un acantilado, desde ese día siempre veníamos aquí a escaparnos un poco de todo y de todos, tomando momentos de padre e hijo, teniendo largas charlas en las cuál ahora valen para mí oro. No es que ahora tenga una mala relación con mi padre, últimamente se ha concentrado tanto en su trabajo que de poco a poco nos convertimos en unos desconocidos, no completamente, una vez a la semana o dos nos llamamos por teléfono, dando una señal de vida a la otra persona, en la cual ahora nuestras charlas no duran ni si quiera dos minutos. Mi padre estaba tan metido en su trabajo que ni si quiera él venía al desierto, obviamente ya no nos tomábamos ese tiempo de padre e hijo, y por motivos de eso, decidí alejarme un poco de él, haciendo que hiciera de sus cosas mientras yo seguía viniendo a mi segunda casa, la naturaleza.

Estando en la cima me hacía sentir bien, me hacía sentir relajado, me hacía sentir bien con mi mejor amiga, la soledad. Estar a solas lo disfrutaba demasiado últimamente. Había traído anteriormente a Lexa, mi ex. Solamente a ella he invitado aquí y disfrutábamos de nuestra compañía, diciendo cosas random, conversando de cosas profundas o alguna que otra estupidez que se nos escapa a o decíamos en el preciso momento. El terminar con ella fue doloroso, por qué le había regalado una gran parte de mí y tirarlo a la basura así como así por un estupido intercambio de escuela por parte de ella, fue realmente patético.
Desde entonces no he salido con ninguna chica, como había dicho, si he tenido un par de aventuras tanto con chicas como con chicos, más nunca algo serio, después de esa ruptura no podría dedicarle mi tiempo a alguien más que no sea esto.

Bebí un poco de agua y saque un Sandwich que me había preparado, sabía que llegando a la cima me daría hambre, así que comencé a comer con todo mi tiempo, relajándome y tomando algunas fotos desde barias ángulos de acá arriba, y así poder partir para poder llegar a casa, darme una ducha rápida e ir a trabajar.

147 Horas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora