2. Nico

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Cada canción es un remanso del amor.
Cada lucero, un remanso del tiempo.
Y cada suspiro un remanso del grito.

Federico García Lorca

Sonaré paranoico, pero tengo la impresión de que el maestro de Fisiología me mira todo el tiempo

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Sonaré paranoico, pero tengo la impresión de que el maestro de Fisiología me mira todo el tiempo. Algunos de mis compañeros me joden, diciéndome que me tiene «fichado» y que me prepare psicológicamente para que me haga la vida de cuadritos este cuatrimestre. Yo no recuerdo haberle hecho nada, ni que hayamos tenido algún conflicto en el pasado. A menos que sea un hater de las bandas «anticuadas» de rock o desapruebe mi palidez y delgadez, catalogándolas como anemia por negligencia personal, no tendría ninguna razón.

Quizá simplemente no me soporta y ya. Esas cosas pasan, y son peores en la universidad.

Sacudo los mechones de mi frente hacia atrás e intento mantenerme en una buena postura y concentrarme en sus palabras, que brotan por su boca con la soltura propia de alguien que no se limita a dominar el tema

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Sacudo los mechones de mi frente hacia atrás e intento mantenerme en una buena postura y concentrarme en sus palabras, que brotan por su boca con la soltura propia de alguien que no se limita a dominar el tema. Es hipnotizante verlo desenvolverse en clase y esa es la razón concluyente por la que estoy aquí. Corrían rumores entre los alumnos de medicina de primero que había un profesor que impartía cátedra de Fisiología que estaba muy bueno. Pero no fue hasta que uno de los lambones dijo que lo realmente fascinante de ese maestro era la manera en que se comprometía con su trabajo y lograba hacerse entender a la perfección, que me convencí y batallé por un lugar en su clase.

No me decepcioné. Hay maestros y maestros, unos dotados con elocuencia que logran captar y mantener la atención mayoritaria del alumnado solo por escoger las palabras y gestos correctos a la hora de expresarse. No todo muy técnico, ni formal; tampoco tan desenfadado ni coloquial. El doctor Solace es así. Da en el punto medio preciso. Es una joya en medio de la mediocridad general de los docentes del país que no podía permitirme ignorar.

Estamos estudiando el sistema endócrino y el doctor Solace nos está explicando sobre la glándula pineal y su importancia en el mantenimiento del cuerpo. He intentado esforzarme más en las clases para ver si cambiaba de idea, pero mi repentina participación solo ha conseguido que se fije más en mí. Sus ojos azules me siguen a todas partes, como los de un depredador a su potencial presa.

Lo más raro de todo es que yo comienzo a sentirme conforme. El doctor Solace no ha resultado estar solo «muy bueno». Es más, se le conoce típicamente entre sus alumnos como «tan caliente que podría utilizarse como freidora natural». Siempre acude a las clases con su mandil, pero su bronceada clavícula queda visible entre el cuello bajo de su camisa y su atlético cuerpo suele marcarse cuando...

—¿Señor Di Angelo? —Parpadeo, toda la clase me está mirando—. ¿Todo en orden?

Siento toda mi cara desprender calor.

—Sí

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—Sí.

—¿Puede responder mi pregunta?

Enrojezco más.

—¿Q-qué pregunta?

¿En qué momento había perdido el hilo de sus palabras? Había dado mi mejor esfuerzo mantener mi concentración íntegra. Oh, cierto. Pensaba de manera indecorosa en él. ¿Por qué demonios tengo que ser tan gay? Es sorprendente que nadie se dé cuenta.

Algunos murmuran, otros sueltan risitas, otros tantos ignoran. El doctor Solace entrecierra los ojos mientras me da una advertencia escueta y vuelve a su explicación.

Había comenzado a hablar sobre las experiencias cercanas a la muerte, pues alguien mencionó que había leído que podrían deberse a la glándula pineal, ya que segrega una droga alucinógena llamada dimetriltriptamina.

El doctor Solace nos aclara que la explicación fisiológica de las experiencias cercanas a la muerte relacionadas a «la luz al final del túnel» es que al momento de estar tan cerca de la muerte, el cerebro sufre hipoxia —es decir, que no recibe suficiente oxígeno— y la corteza visual se inhibe haciendo que las neuronas hagan una especie de corto circuito, lo cual crea una ilusión de luz, y que es eso lo que mucha gente cree que ve. La retina se hiperestimula para proyectar esa luz, pero solo en la parte central del ojo interno, la fóvea, y lo demás se mantiene oscuro.

En cuanto a las visiones divinas y demás que algunas personas ven, somos informados que hay otra teoría, distinta a la de la dimetriltriptamina —ya que en este asunto de las experiencias cercanas a la muerte todo es meramente teórico— que propone que al momento de la falta de oxígeno, el lóbulo temporal —que es el que se encarga de la memoria, audición y reconocimiento de caras—, se afecta y hace que se creen alucinaciones.

Es un tema muy interesante pero yo estoy preocupado por otra cosa. El doctor Solace no me pregunta nada más en todo lo que resta de la clase. Tampoco me mira.

Me siento idiotamente fatal.

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