12. Nico

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Hay peores cosas que estar solo, pero
a menudo toma décadas darse cuenta,
y más a menudo cuando esto ocurre
es demasiado tarde, y no hay nada
peor que un demasiado tarde.

Charles Bukowski


Estar con Will era como jugar con fuego y yo lo sabía, y eso me excitaba

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Estar con Will era como jugar con fuego y yo lo sabía, y eso me excitaba. Quizá no deba sorprender que llevamos nuestra relación por el camino sexual. Nos reuníamos en moteles o en su mansión para tener intimidad y conforme los encuentros sexuales aumentaban, yo me daba cuenta de algo preocupante: Will me quiere en serio.

Y yo no lo quiero a él.

Es decir, sí lo quiero, pero sé que no lo quiero como se debería querer a una pareja que va en serio

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Es decir, sí lo quiero, pero sé que no lo quiero como se debería querer a una pareja que va en serio. Lo quiero como se quiere a alguien con quien tienes sexo a menudo, alguien que sabes que va a desligarse de ti en algún momento y que sabes que eso estará bien por tu parte. Aunque me hechizaban sus palabras cuando hablaba sobre cualquier cosa, aunque hubiera aprendido a ser un buen compañero sexual, aunque su físico fuera tan envidiable que los famosos actores rubios parecerían orangutanes a su lado, no me siento enamorado. Eso me preocupaba en cierto modo, porque Will cada vez se iba tomando nuestra relación más en serio.

—Quiero que conozcas a mis padres. —Me dice, para dejarme pasmado. Luego ríe con mi reacción, asentando el extremo grueso del taco en el suelo para apoyarse en él—. Pero no ahora. Ni si quiera les he dicho que soy homosexual.

—¿Ah sí? ¿Y eso por qué? —respondo distraídamente, para matar el tiempo. Doy el golpe a la bola blanca del billar pero había posicionado mal el taco y la bola salta en lugar de rodar. Con esto vamos seis a cero.

—No lo sé. —También falla su tiro, pero porque yo había movido la bola blanca a un punto desde donde era prácticamente imposible atinar a la bola cuatro—. Supongo que tenía miedo. —Me mira, componiendo una sonrisa reluciente—. Pero contigo mis miedos desaparecen. —Se acerca a mí para acariciarme el dorso la mano—. Eres el mejor.

Retiro la mano, alejándome un paso y carraspeando.

—Sí, claro...

—Lo eres —vuelve a afirmar Will, retándome con los ojos; luego su sonrisa se tuerce—. Nunca he tenido otro novio en mi vida, así que lo eres.

Enséñame algo másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora