CAPITULO 1 "DESILUSIÓN"

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Esa noche llovía en Londres, Alfred caminaba debajo de la lluvia, al parecer el clima y el ambiente combinaba a la perfección con sus emociones, solo, devastador, agotador, frustrante; sus lentes empañados de la fuerza del agua hacia que no pudiera ver bien su camino, los guardo y sin mas prosiguió su andar, las calles londinenses eran solas y frías, así como su alma, encontrar a su novio con otro lo había devastado.

Miró a distancia y notó un parque solitario, la mayoría de los ingleses se habían ido a casa a refugiarse del diluvio, para Alfred era mejor, así no recordaría la cara de Arthur cada vez que viera la cara de un británico, llegó a su destino y se sentó en medio del lugar sin importarle ensuciarse, ya no aguantaba mas, su alma pedía descanso, su cuerpo pedía calor, su cabeza dormir y sus ojos llorar. Por esa vez le hizo caso a sus ojos y se soltó en un llanto amargo lleno de dolor que antes había sido amor, el cual había terminado cuando vio a su novio en brazos de otro, el rubio no podía dejar de llorar, se sentía indefenso, no tenia si quiera el valor de enfrentar su ahora realidad. Los truenos y rayos ocultaban los gritos de decepción que sentía, cada lagrima que derramaba se unían a las gotas de lluvia que caían del cielo, tan oportuno en ese momento, era el único testigo de la muerte de Alfred F. Jones que amó intensamente a Arthur Kirkland.

No le importaba lo que le pasara en ese instante, deseaba que le cayera un rayo para así poder evitar la pena que seguía.
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Arthur miraba la hora, ya era mas de media noche y Alfred no llegaba, su preocupación aumentó ya que llovía demasiado, salió al jardín esperando señales de su novio, al caminar por los pasillos vio una cajita roja tirada en el pasto, se bajó a tomarla en sus manos y la abrió, esa cajita contenía un hermoso anillo de compromiso, tenia la bandera británica y americana unidas, eso significaba una cosa, sin duda alguna Alfred estuvo ahí, que algo paso, quizás lo había visto con Francis y por eso se fue.
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Nunca se percató de la hora hasta que la lluvia paró, jamás había adorado tanto al clima, se levantó y caminó hasta su hotel, ya que Arthur no le permitió quedarse en su casa inventando escusas que ahora cobraban sentido, al parecer el cielo y el ambiente le habían hecho madurar un poco, esa madurez que Arthur le exigía. Suspiro pesadamente y llegó a su hotel.
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Salió de casa apresuradamente rumbo al hotel donde se hospedaba el americano, no estaba muy lejos de su residencia, tomo su paraguas y fue a verlo, sabia que si le inventaba algo Alfred le creería y seria el futuro “Mr. Jones”, aunque la idea no le agradaba quería mucho a Alfred y estar con el significaba poder.
Al llegar subió a su habitación y tocó, no le contestaron, Alfred no estaba y sabía él rubio ingles que tampoco pudo haber regresado a U.S.A por que los vuelos estaban cancelados por la tormenta. Iba a esperarlo ahí, se acomodó en el pasillo sentándose, de pronto escucho que alguien subía por las escaleras, se paró firme y miró a quien subía, sabia que era el americano, al verle le notó diferente, parecía un ente humano, con un físico bello pero una terrible cara, aspecto sucio, al mirarlo así, la voz de Arthur tembló.

-Alfred- Él ojiazul le miro, esos ojos que Arthur jamás podrá olvidar -¿Dónde estabas?- el Estado Unidense siguió su paso hasta entrara a su habitación, no sabía que decir, se sentía mal, no tenía el valor de enfrentarse a él.

-Arthur, es mejor que te vayas, no sé qué haces aquí, ve a casa antes que llueva-
El británico frunció el entrecejo y entró detrás de él- ¿Cómo que qué?, soy tu novio y por lo visto próximamente tu esposo, además te amo y dime ¿dónde estabas?-

Este lo miró y suspiro para evitar llorar, "se maduro" se decía -Me ama jajajaja- rió atípicamente, su risa irónica asustó a Arthur -Ayer iba a pedirte que te comprometieras conmigo porque pensé que me amabas-

-¿Por qué dices eso?-

-Te encontré besándote con Francis en la sala de tu casa y me hablas de ¿amor hacia mí?, ya no soy el Alfred inmaduro que te amaba, ahora soy el Alfred maduro que tanto querías- esa mirada tan seria del rubio encantador era fríamente lastimosa.

-Puedo explicártelo…-

-¡Shh! ya entendí, no hay nada que explicar, ahora regresa a tu casa que mañana regresare a la mía-

-¡Quiero que te cases conmigo!- grito desesperado el británico, creyendo que con eso cedería.

-Nos vemos luego Arthur…- lo sacó de su habitación y cerró, se escuchaba gritar al inglés pero no atendió a ninguna de sus llamadas, se alistó para regresar a su hermoso hogar.

Arthur se cansó de gritar y corrió a su casa a llorar. Había perdido a Alfred y sentía que para siempre, esa actitud era extraña en el americano, si quería a Alfred pero amaba más su amigo el francés.

Al día siguiente el clima calmo, aún estaba nublado pero se podía ver las belleza de aquel lugar, Alfred salió con sus maletas y miró con detalle la belleza británica que anoche no pudo ver, esa belleza que alguna vez lo enloqueció, por algo amó a Arthur.

Llegó al aeropuerto, su vuelo salía pronto, respiró profundo y trato de sonreír, lo hizo pero no con el mismo efecto de siempre, miró al cielo y agradeció el haberlo acompañado en su tristeza, subió al avión ya tranquilo por que estaría en casa.

VE A CASA ANTES QUE LLUEVAKde žijí příběhy. Začni objevovat