「 u n o 」

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Me pongo de pie justo cuando la campana que anuncia el final de la jornada resuena dentro del salón. Recojo mis cosas a una velocidad impresionante, como cada martes desde hace más de seis meses.

Las chicas a mi alrededor comienzan a chillar. "¡Hasta luego, Minnie!" "¡Ten mucho cuidado de ti misma!", al mismo tiempo que agitan las manos con efusividad, como si no me bastara con tener que escucharlas.

Soy muda, no sorda. Por el amor de Dios.

Esbozo una sonrisa -que espero no luzca falsa- y doy la media vuelta. Me dirijo hasta la puerta del salón con mi mochila roja colgando en mi hombro izquierdo.

Doy apenas dos zancadas fuera del salón cuando un chico de cabello desordenado se planta frente a mí.

—¿A dónde vas? —Pregunta Taehyung con un puchero tirando de sus labios.

Ruedo los ojos mientras tecleo rápidamente en mi celular.

"A casa."

En realidad, Tae puede entender la mayor parte de la lengua de señas. El problema, es que hacerlo en público me hace parecer una  maniática espantando moscas y que por si fuera poco, captaba la atención de todos los animales que tengo como compañeros. Por eso es que en la escuela me limito a usar nuestros celulares como intermediarios.

Extiendo el celular para que mi mejor amigo pueda leer la pantalla, y todo lo que Taehyung hace es presionar sus labios en una línea mientras asiente.

—Te acompaño, entonces.

Hago el amago de gritar un "¡no!", incluso llego a abrir la boca. Todo para luego sentirme una completa estúpida.

Llevo así un largo tiempo y continúo olvidando mi pequeño problemita. Si es que ser muda a los diecisiete años puede considerarse un "pequeño problemita".

Vuelvo a teclear en mi celular con rapidez.

"Tae, necesito un tiempo a solas. Sabes lo que dijo el psiHIJODEPUTAcólogo."

Mi amigo suelta una carcajada luego de leer, se inclina para desordenar mi cabello y me quita la mochila.

—Así andas más ligera. —Me explica y casi me causa ternura, eso hasta que se lame la mano y la restriega por toda mi maldita cara. Demasiado bueno para ser verdad.— Yoongi hoy va a quedarse a entrenar y Boo está con Jimin. Desde que son novios no se despegan. —Resopla rodando los ojos. Agito los hombros evocando una carcajada. Luego, vuelvo a teclear en mi teléfono. Se me estaba haciendo tarde.

"Ya vete, paso luego a tu casa por mis cosas. Y guárdame comida."

—Mamá va a cocinar hoy. No llegues muy tarde. —Me obsequia una sonrisa ladeada y hace un gesto con sus manos. Me ha llamado "alien". Entorno los ojos y sonrío ligeramente.

Cuando estoy segura de que he perdido de vista la silueta de Taehyung, echo a correr como si la vida me fuera en ello hasta el edificio de biología.

Zigzagueo lo más rápido que mis torpes piernas me permiten hasta el tercer piso, llego con la respiración entrecortada y tengo que apoyar ambas manos sobre mis rodillas para recuperarme.

Cuando escucho pisadas subiendo por la escalera, doy un respingo y corro otra vez dentro del gran laboratorio.

Tengo que mejorar mi condición física, sí señor.

Me ubico en mi escondite habitual, junto a unos pilares blancos que me dan una vista periférica en diagonal. El laboratorio es frío, y está casi completamente vacío a excepción de un par de mesas de metal, una especie de armario blanco y por supuesto, el enorme espejo movible pegado a la pared de enfrente. Aguanto la respiración para controlarme, lo único que me falta, es que me descubra.

talk - jhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora