Capítulo Ocho

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Capítulo ocho.

Jeremy.



15 de febrero, 2014.

—La mejor noticia que recibiré en el día.

Hago el teatro de besar los papales, Amanda ríe y recuesta su cadera de mi escritorio, el dobladillo de su falda se sube un poco, pero estoy demasiado enfocado por los papeles en mis manos.

—Nunca te he visto tan feliz sobre una sentencia de divorcio.

—No es cualquier sentencia de divorcio. No puedo creer que ella ya sea una mujer libre.

— ¿Ella quién? ¿Es un caso muy importante?

—Más que importante, Amanda— le sonrío poniéndome de pie.

—Entonces ¿Lo celebramos con un trago?

—Ajá, claro—salgo de mi oficina dejándola ahí mientras camino hasta Louis, mi asistente jurídico—. Amigo ¿Puedes conseguir dos juegos de copias y escanear esto para mí?

—Vale, ¿Para ahora mismo?

—Mientras más pronto lo tenga, mejor.

—Lo dejaré en tu escritorio y lo enviaré a tu correo.

—Perfecto.

Saco mi celular del bolsillo y marco el número de Naomi, vuelvo a mi oficina y Amanda sigue sentada sobre mi escritorio sonriéndome. Levanto mi índice indicándole que espere un momento cuando hace ademan de hablar.

Estoy con algo de sueño, ayer fue la boda de Doug, sin embargo aun cuando es sábado era muy necesario que viniera a la oficina.

—Jeremy.

— ¿Suspirando por mí?

—No—ríe—, aun sin aliento de mi clase de baile. ¿Qué sucede? No hemos hablado...

Se detiene. Y supongo que piensa lo mismo que yo: desde que nos besamos. Lo que fue hace tan solo unas horas.

»Desde la boda de tu hermano y Hilary, ayer o como la madrugada—dice finalmente y contengo el resoplido que quiere escapar, Amanda arquea una ceja hacia mí, pero rodeo el escritorio y me dejo caer en mi silla.

—Te tengo un regalo.

Luego de nuestras dos reuniones con Ronald y su abogado, las esperanzas de Naomi para que él cumpliera con lo acordado eran muy bajas, no me lo ha dicho, pero el que los días pasaran y no existiera noticia alguna sobre la sentencia de divorcio, hacía que su balanza se inclinara hacia lo negativo.

— ¿Un reglo? Muy pocas veces recibo regalos, y eso solo hace que me gusten los regalos.

—Quizá debo conseguir entonces darte regalos más seguido.

—Estás llenándome de mucha intriga. Aún falta para mi cumpleaños, así que ¿Cuál regalo?

—Cena mañana conmigo, la ocasión lo amerita. Sé que sonreirás mucho.

—Estoy tan intrigada.

— ¿Cenamos?

—Está bien.

—Una aceptación rápida.

— ¿Quieres que me ponga difícil?

Por un momento parece un fácil coqueteo, una conversación natural entre dos personas que se gustan y no entre un abogado y su cliente.

Conquistando a Jeremy (BG.5 Libro #3.5)Where stories live. Discover now