CAPÍTULO 11

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—No —Fue todo cuanto Mulán pudo decir al saber la verdad sobre sus orígenes antes de que la espada de Atila se abalanzara sobre ella.

A duras penas, logró detenerla con la suya, el choque metálico la devolvió a la realidad. Aquello era imposible, Atila, el hombre al que había despreciado toda su vida y al que se había propuesto destruir, era su padre. La confusión que se había apoderado de su mente impedía que se concentrara en la pelea, pronto sintió un puñetazo que la derribaba al suelo, el sabor amargo de la sangre en la boca, todo se había vuelto un poco borroso, pero podía escuchar los pasos de Atila acercándose para asestarle el golpe final.

—Siento no haber sido un buen padre, hija. —Dijo con la ironía pintada en la voz

—¡Mulán! Mulán reacciona—La voz de Mundzuck la despertó. —Dile que él tampoco tuvo un buen padre, vamos, ataca.

—Será...—Estaba muy cansada para hablar— Será porque tú tampoco tuviste un buen padre.

La espada de Atila se detuvo justo antes de alcanzarla.

—¿Cómo...? No importa. No, no tuve un buen padre.

—Di mejor que no tuviste padre —Mulán no entendía lo que decía, se limitaba a repetir las palabras que le susurraba Mundzuck. —Él nunca te quiso.

Atila pareció palidecer y, por primera vez, retrocedió dando a Mulán la oportunidad de alzarse y recuperar su espada.

—Calla, no sabes lo que dices.

—Oh, sé perfectamente lo que digo. ¿Cómo iba a quererte? Si eras un mocoso llorar y ni siquiera eras de su sangre. ¿Qué dirían tus hombres si supieran que no naciste de los suyos? Que, realmente, no eres un Huno.

—Claro que lo soy.

La rabia y la desesperación hicieron que Atila se lanzara sin pensar en sus movimientos, ya no se movía como el guerrero frío y letal que era, sino como un hombre movido por la furia, algo que Mulán podía controlar. Seguía siendo demasiado fuerte para ella, pero no lo suficientemente rápido, sus movimientos se volvían previsibles y ella podía esquivarlos.

—No lo eres Atila. Reconócelo. No tienes su sangre.

—Eso no importa. Tengo su maldad. Vendí mi alma, mi oscuro corazón para lograr el poder.

—Y ni siquiera así pudiste lograr lo único que siempre habías querido, su reconocimiento y su amor.

—Cállate. —Sus movimientos cada vez eran más burdos y dejaba al descubierto los flancos.

—Lo estás haciendo muy bien Mulán—Dijo Mundzuck a su oído, mantente firme, queda poco para que se derrumbe y puedas atravesar su corazón.

—¿La verdad duele no? —Dijo ella.

—Ahora estaría orgulloso de mí. Soy el mejor guerrero que el mundo ha conocido, el más temido, el más sanguinario.

—Solo has conseguido que se avergüence más de ti por ser un hombre sin alma ni compasión.

—¿Acaso él la mostraba? ¿Dónde estaba su compasión cuando me pegaba y torturaba?

—No lo entiendes —Dijo Mulán repitiendo las palabras de Mundzuck— Él ya no la tenía porque era un hombre roto, había amado a su mujer y la había perdido, era incapaz de volver a amar y tú solo le recordabas lo que había perdido. Por eso, nunca podría llegar a quererte no importaba lo que hicieras. Tu padre ya se había condenado a morir tras una botella de alcohol. Así que has desperdiciado tu vida, vendiste tu alma y tu humanidad por un amor que no podía existir. ¿Ha merecido la pena?

Mulan (Saga Grimm III)Where stories live. Discover now