#XVI The Big Bad Alpha

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Como muchos padres amorosos o simples adultos que gustaban gastar bromas a sus retoños, los cuentos de niños eran una pieza clave para su crecimiento y crear su propia personalidad.
El como ven el mundo y lo que aprenden por su cuenta, lo malo y bueno que los rodeaba, en quien tomarse de las manos y quien te las arrancaría sin dudarlo; es allí donde los miedos se generan y la desconfianza crecía cada vez más.

¿Quién tiene miedo del gran y malo lobo? Repetían los niños sonrientes, inocentes e ignorantes de la cruda realidad. Tontos al creer que su vida sería solo juegos y diversión. Yo fui uno de ellos, tan estúpido al creer que éramos niños escapando de un adulto que se pretendía ser el lobo del cuento; asustándonos y abrazándonos con fuerza para que culminará la diversión.
Una vez que creces y la vida te escupe en la cara por primera vez, te das cuenta de que si existe el lobo malo del cuento, de que debemos escapar para sobrevivir de sus garras y afilados dientes; así que, ¿Quién tiene miedo del gran y malo Alpha?

Como si de un simple objeto se tratase me había sacado del armario, sujetándome del collar que tenía. Forcejeé bastante para que no lo hiciera pero contra un Alpha, había una gran diferencia de fuerza; además de que empezaba a asfixiarme ante aquello, convulsionaba de momentos y es allí donde me soltaba para que no hubiera un acto de homicidio. ¿Sería capaz este Alpha de hacer tal barbaridad? Acaba de sacarme del armario como un sucio animal, así que si, creo que no sería un problema para el hacerlo y buscarse otro después.

Con todo y sabanas me había puesto en la cama, tras cada vez que intentaba bajarme el simplemente movía su mano, tocando el collar y halarme hacia el. Miraba esos deseosos ojos y como su respiración golpeaba mi cara, su saliva cayendo de su boca semi abierta y tocando parte de mis labios, mi estómago no pudo contener más esas ganas de vomitar, había ensuciado parte de mi cuerpo y la cama. El aroma era fuerte y la humillación por la cual estaba pasando me inducía a llorar y vomitar, de una u otra forma me estaba ahogando y el Alpha sólo miraba.
–Yuuri, te estás ensuciando a propósito– ¿Qué es lo que dijo? –sabes que quiero hacerte mío y provocas esto. Eres un cerdito muy travieso, deseas que limpie tu cuerpo, ¿verdad?–
Su otra mano estaba libre así que tocaba parte de mi calurosa y sucia cara, lo mordí incontables veces que su expresión y actos eran más bruscos que antes; lastimar a un Omega no era novedad o un gran escándalo, pero en cuanto a nosotros, el dolor de saber que uno de los nuestros era agredido era devastador. Éramos animales, sentir emociones era estúpido según lo que los Beta decían de nosotros, pero ellos demostraban ser más animales.

–Yuuri, no debes morder. Si sigues así no podré besarte. ¿No quieres que te bese?– su voz era suave, pero ansiosa, jugaba con su comida como el lobo que era, seducir y engañar para tragarse de un bocado al inocente animal.
Volví a morderlo, sus dedos sangraban, los paseaba por mis labios. El olor era fuerte y desagradable, me mareaba y mi vomito volvió a salir, Victor solo fruncía su ceño, tocaba parte de mis desechos con sus manos, todo daba vueltas y mi fuerza descendía.
–Oh Yuuri, si te calmas será más fácil tratar contigo, vomitar no hará las cosas más fáciles. Aunque, no me molestaría revolcarme en tu inmundicia– el aroma dominante de un gran Alpha, ser un cordero o en este caso, un cerdo para las fauces de este lobo, pensar que podía escapar era más falso que yo creyendo ciegamente al saber que serías alguien diferente.

La gota que derramó el vaso fue que, en un descuido suyo, logré patear su rostro. Me había soltado y aproveché para salir de la cama, buscando la puerta de la cual parecía estar tan distante, ¿Qué tan lejos estaba ahora? El aire era pesado y no pude hacer más que gatear hasta ella, desde el suelo no pude alcanzar el picaporte.
Los pasos se acercaron nuevamente a mi, voltee a verlo. Tenía algo en sus manos, algo brillante, se sentó sobre mí para poder colocármelo. ¿Otro collar? No, este no era un lindo accesorio de perro, este era uno de castigo, uno por el cual se les otorgaba a los desobedientes y así, se los educaba; un bozal, cuya correa de cuero se juntaba con mis mejillas, y el frío metal rodeaba mi boca, ¿Está bien sentirse aliviado de que la parte metálica fuera como rejilla? Para alguien que se asfixiaba con el momento y con lo bruto que era el Alpha, si; no descarto la idea de que no servirá de mucho si seguía el de cabellos plateados con tales actos.

Tomó el bozal por la parte metálica, su ceño estaba fruncido, quizá por el hecho de que no podría tocar mis labios con los suyos, pero también estaba jugando, el verme tan humillado era un deleite para este.
Me levantó del suelo, cargándome como tal doncella en apuros, lo empujaba pero este también forcejeaba para que no lograra soltarme. Lo golpeaba un poco con el bozal a lo cual este lo presionaba en mi cara, el metal frío dolía y presionaba mi nariz, cortando mi respiración y alterarme, le gustaba verme tan desesperado.
–Pequeño cerdito, no me gusta verte tan molesto, esto puede acabar si tan solo cooperaras– lo miraba fulminante, lo suave y húmedo de la cama tocó mi cuerpo.

Me contraje lo suficiente a lo cual este me jaló del bozal. Un leve aroma se asomó hacia mi nariz, un pequeño frasco del cual contenía un líquido cristalino. Olía extraño y no pude evitar vomitar los jugos gástricos, ya no quedaba nada en mi estómago.
–Oh vaya, no podré ayudarte si la cama esta sucia– tocaba mis desechos con su mano libre, el aroma era fuerte que mi estómago devolvió; y el seguía jugando con este, que desagradable escena. –Yuuri, ¿me tienes miedo?– si, te tengo miedo –¿quieres que todo esto terminara?– si, si tendría que dar mi vida para ser libre, mátame entonces.

Solté un leve jadeo, el sabor de mis amargos labios, el sucio olor a vomito, el repugnante aire de nuestros aromas entremezclados, quiero deshacerme de este calor, quiero que me tomes; domíname, pero también, quiero verte lejos...
–Victor...–
–Oh, Yuuri. Haz dicho mi nombre– sonrío desesperado, no había nada de dulzura en el, a donde se había ido ese Victor, ese Alpha del cual me había besado con cuidado, el cual me cuidaba como si de un tesoro fuera; solo con él es con quien quisiera pasar. Quizá sea por el calor de mi cuerpo, pero si tuviera que decidir en ser marcado, desearía tanto que fuera ese amable Alpha del cual empecé a sentir que podía tener algo con el.

El bozal era incomodo, y sabía que no lo iba a quitar de mi rostro. Mis labios temblaban, un escape de aire salió de mi interior, no podía pensar más con sentido. Sonreí desesperado, el momento de celo y deseos sexuales había llegado al climax. –Victor... ¿Q-quien tiene miedo de gran y malo Alpha?

-Continuará-

You're not an animalWhere stories live. Discover now