Capítulo 8

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—Yo opino que esta es la mejor —Dijo Tom entrando a la casa en venta acompañado de Edd, Matt y por supuesto, Tord.

—Compremos esta entonces —Le respondió Tord sonriente y el británico le devolvió la sonrisa.

—Creí que no cambiarías la casa que tiene piscina por ninguna otra —Dijo Edd— ¿Por qué cambiaste tan rápido de parecer? —Le preguntó con tono burlón. Edd lo notaba, el noruego solo compraría este lugar por Tom, fin.

—Yo, uh... —Comenzó a decir— Matt no sabe nadar, es por seguridad —Se excusó manteniendo en alto su orgullo mientras Edd le hacía señas obscenas a espaldas del ojinegro.

—Yo sé nadar —Aclaró el pelinaranja— todos queremos la casa de la piscina, incluso tú, Tord.

—Si, no le hagas caso al baboso de Tom —Dijo el chico de sudadera verde.

—Tú eres el baboso —Se defendió el británico.

Tord caminó dispuesto a ver mejor la casa, Tom no tenía mal gusto: pisos de madera, dos plantas, habitaciones extra considerando que ellos eran cuatro, buenos muebles, buena decoración —Aunque era lo de menos— y un balcón con vista increíble; incluso la isla de la cocina le llamaba la atención.

En resumen tenía un gusto costoso, bastante costoso.

—¡Buenos días! —Dijo un hombre de apariencia amable que acababa de entrar a la casa— ¿Puedo saber sus nombres?

—Larsson, Tord Larsson —Contestó el noruego estrechando la mano con aquel señor— Ellos son Edd, Matt y Tom —Los chicos saludaron sonrientes.

—Encantado de conocerles, yo soy Adrián —Dijo— supongo que están interesados en comprar la propiedad.

El castaño y el de sudadera morada negaron mientras que Tom asentía.

—Así es —Respondió el noruego ganándose un abucheo de Matt mientras Tom celebraba y Edd se golpeaba la frente.

—Bueno, no hay nada por hacerle a este lugar lo que significa que no tendrá gastos de más —Dijo Adrián dándole a Tord un papel con el precio de la casa.

Al ver el rostro pálido del noruego los chicos se asomaron a ver el papel.

—¡Lo ves! Es mucho más cara que la anterior que incluso tenía piscina, ¡Piscina Tord! —Dijo Edd agitando al noruego como tratando de hacerle entrar en razón— No hay que ser un genio para saber cual es la decisión correcta.

—Oh vamos... —Comenzó a decir el de sudadera azul— son solo unos cuantos números de más.

—El chico tiene razón, ¿Qué son unos cuantos números de más? Es por la excelente ubicación, ni en la ciudad ni en terreno rural: ni mucho ruido ni mucho silencio —Trató de convencer Adrián.

—No —Dijo el castaño.

—Hazle caso al bueno de Tom —Le dijo el británico rodeando con un brazo a Tord quien tenía la mirada fija en eso números que realmente le iban a pegar económicamente.

—La compro —Dijo el de sudadera roja como en Monopolio.

—¡Un placer hacer negocios con usted, Larsson! —Dijo el Hombre sacando un móvil de su bolsillo y colocándoselo en la oreja— pueden quedarse de inmediato, este lugar está listo para vivir.

—¡Yo quiero la habitación más grande! —Gritó Matt subiendo las escaleras como si su vida dependiera de ello.

—¡No si yo estoy aquí! —Gritó Edd riendo y empujando al pelinaranja haciéndolo tropezar un par de veces.

Un rato después el de sudadera roja había firmado ciento de papeles y rellenado un montón más con su información, hasta que finalmente se le fue entregado un contrato legal haciéndole el dueño de la casa.

—Sigues teniendo la misma firma que cuando éramos niños —Comentó el ojinegro.

—Tú sigues siendo un manipulador.

—¿Yo? ¿Manipulador?

—Debí comprar la casa de la piscina —Dijo Tord lanzándose al sillón de cuero falso frente una pantalla plana mediana.

—En primera, yo no te he manipulado de ninguna forma —Dijo Tom— y en segunda si lo dices por el precio no te preocupes, te pagaré la mitad entonces, claro que por parte y poco a poco.

—Eso no suena nada mal —Dijo Tord pensativo— aunque, no me hacen faltas más billetes, no, no me pagarás con dinero.

—¿Ah no? —Preguntó Tom levantando una ceja— ¿Cómo voy a pagarte entonces?

—¡Oye Juancho! ¡Deja de coquetearle a Tim! —Gritó Edd desde las escaleras con un Matt ahogándose de la risa detrás de él.

—¿Estás tratando de ligar conmigo, Tord? —Preguntó el británico con una sonrisa en el rostro.

—Por supuesto que no —Respondió con el ceño fruncido y las mejillas enrojecidas mientras los que estaban en las escaleras se carcajeaban— ¡Cállense de una buena vez!

—Cinllinsi di ini bini viz —Se burló el narcisista logrando que todos estallaran de risa menos Tord que se sentía enojado y avergonzado por la situación.

Estoy de vuelta → TomtordWhere stories live. Discover now