Capítulo 19

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—Tom, ¿Puedes oírme? —Preguntó Tord a través de un pequeño micrófono.

El líder rojo, Matt, Edd y Miguel se encontraban en el cuartel de la armada roja dentro de una cabina del laboratorio que daba vista —Casi— aérea a una habitación enorme que carecía de muebles y objetos; en medio de esta se encontraba el británico sentado en posición india con los ojos —O cuencas— cerrados.

—Te oigo —Respondió Tom algo nervioso.

—Está muy intranquilo —Avisó el enfermero mientras veía una pantalla que registraba el ritmo cardiaco de Tom.

Era un lugar interesante, bastante tecnológico; una habitación capaz de informar cualquier detalle sobre el cuerpo que se encuentra dentro de ella. Toda una joya dentro del campo de la investigación.

—Respira profundo y concéntrate en transformarte —Pidió Miguel a través del micrófono.

El ojinegro siguió el consejo y respiró cada vez más calmado y pacífico. Tuvo efectos positivos para sus nervios, pero por otro lado efectos negativos para el avance de la transformación ya que su ADN se normalizó eliminando lo rastros de mutación que tenía cuando llegaron.

–Esto no está funcionando –Dijo para sí mismo el noruego pensativo, se acercó al micrófono, tragó saliva y luego las palabras salieron disparadas de su garganta mientras encendía un cigarro– No me sirves, Tom.

—¿Qué? —Preguntó el nombrado abriendo los ojos de golpe, levantando la vista hacia el cristal de la cabina, tensándose al instante.

—Te digo que no me sirves —Repitió expulsando el humo de sus pulmones— no me eres útil, ya no te necesito.

—¿Tord, de que estás hablan...?

—¿No es obvio? —Le interrumpió el noruego— ¿Realmente crees que estoy arrepentido? —Preguntó con una sonrisa inquietante en los labios— Pobre ingenuo, creyendo que volví por amigos, creyendo que volví por perdón... —Dijo apuntando a Edd con un arma mientras Miguel rápidamente apuntaba a Matt siguiéndole la corriente. Tom se puso de pie realmente muy asustado y confundido mientras el pitido de su ritmo cardíaco aumentaba resonando en los oídos de quienes estaban dentro de la cabina.

—¡Tord! ¡¿Qué estás hacien...?!

–Y sobre todo, creyendo que lo amo –Disparó.

Edd vio con sorpresa al igual que el resto como la piel del ojinegro se oscurecía, le aparecían garras y aumentaba su tamaño, chillando y quejándose para luego con grandes colmillos rugir fuertemente haciendo temblar el lugar.

Se acercó convertido en una bestia al cristal de la cabina y con la garras lo golpeó lleno de ira causándole una grieta; tenía tanta adrenalina en el cuerpo y estaba tan fuera de control que ni siquiera notó que el noruego había disparado a una silla detrás de él y no al castaño quien estaba sano y salvo.

—¡TOM! ¡PRESTA ATENCIÓN! —Gritó Tord— ¡VAS A MATARNOS A TODOS!

Rugió por segunda vez delante del cristal empañándolo y ensordeciendo a los chicos que estaban dentro.

Mentiroso —Pensó y luego embistió nuevamente contra la cabina empeorando la grieta dando un rugido lleno de impotencia.

—¡SALGAN DE AQUÍ! —Gritó el noruego abriendo la escotilla que daba a unas escaleras muy parecidas a las escaleras de incendios de un departamento— ¡SALGAN YA!

Todos obedecieron y corrieron, sintiendo como si la edificación estuviera tambaleándose gracias al temblor que causaba lo intentos del monstruo de llegar a Tord.

Edd se detuvo al oír el sonido de la escotilla cerrar, más específicamente con cerrojo; se acercó a la escotilla y trató de abrirla sin tener éxito.

—¡¿Tord?! ¡¿TORD?! —Llamó aun intentando abrir la escotilla— ¡¿TORD QUE MIERDA HACES?! ¡SAL DE AHÍ! —Gritó llamando la atención del pelinaranja quien también paró de correr y con expresión de pánico se devolvió ayudando a Edd a tratar de abrir la escotilla.

—¡TORD, AMIGO, REACCIONA! —Gritó Matt— ¡ESTE LUGAR SE VA A CAER!

El de parche miró dudoso a todas direcciones; casi cae al piso en cuanto el monstruo embistió la cabina nuevamente, pero solo terminó tambaleándose al igual que todo lo demás. Definitivamente ese cristal no iba a durar mucho, estaba totalmente agrietado, se quebraría en cualquier momento; Tord no podía determinar con seguridad si se rompería por los golpes o por lo fuertes que se escuchaban esos rugidos. Al estar tan cerca de la bestia incluso tenía la necesidad de taparse los oídos con miedo a que le sangraran.

Otro golpe, seguido de un rugido al igual que los anteriores hizo estallar las bombillas dejando solo una luz muy tenue parpadeante de color rojo dentro de la cabina; ya no podía verle bien, solo la silueta enorme a la distancia y los detalles de la bestia aparecían nuevamente en tonos rojizos cuando se acercaba al cristal dando nuevamente otro golpe empeorando el lugar agrietando las paredes.

Se deshizo de su parche lanzándolo a quien sabe donde y corrió hasta el micrófono con la esperanza de que ese monstruo que trataba de matarlo entrara en razón de alguna forma.

—¡THOMAS! —Gritó tan fuerte que se rasgó la garganta— ¡TOM POR FAVOR, DETENT...!

Antes de terminar la frase otra embestida contra la cabina le obligó a chocar la cabeza contra el cristal, quedando aturdido mientras todo el vidrio caía creando un sonido sutil que se escuchó por sobre todo los demás. Había caído dentro de la gran habitación a una corta distancia del monstruo; totalmente a oscuras iluminándose sólo cuando la pequeña luz roja se atrevía a parpadear de nuevo.

Miguel logró abrir la escotilla y con el corazón a punto de salírsele por la boca jaló una palanca que traía una que otra advertencia escrita cerca cayendo de rodillas al piso en cuanto el monstruo rugió otra vez y todo tembló.

—¡TORD! —Gritó el castaño al ver al nombrado fuera de la cabina del otro lado expuesto a la bestia.

Tord trató de levantarse, pero su cuerpo adolorido falló llevándolo a estar apoyado sobre sus brazos escupiendo sangre sin parar; Tosía, sangre, tosía, sangre. Realmente le estaba costando siquiera respirar.

Un gas comenzó a salir, mareándolo al igual que a la bestia.

Tord con todo el esfuerzo que pudo se dio la vuelta quedando boca arriba llevándose por alguna razón la mano a la panza; y entonces se dio cuenta, mientras todo el ambiente se hacía más pesado para él, de que algo no andaba bien.

Un cristal estaba atravesándole la carne.

La criatura se acercó al noruego, a centímetros de él, rugiendo sobre su rostro como si quisiera demostrar su superioridad.

Va a matarme —Pensó el noruego y le entró un déjà vu.

Sonrió mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas al igual que la sangre resbalaba por la comisuras de sus labios bajando por su cuello y finalmente cayendo de gota en gota al suelo. Tosió escupiendo la sangre al aire mientras el gas entraba a sus pulmones.

El monstruo le miraba expectante; solo esperaba a que lentamente los ojos de Tord perdieran su brillo y su corazón dejara de latir.

—Tom... —Susurró con voz suave y entrecortada, pero inexplicablemente suficiente fuerte como para que la bestia le escuchara; su vista se nubló mientras su cuerpo se rendía ante los efectos adormecedores del gas. Después de todo Tord no lo podía todo.

Tenía límites.

Estoy de vuelta → TomtordWhere stories live. Discover now