Capítulo 22

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—Escúchenme bien niñitas asustadizas —Dijo el líder rojo— a partir de este momento olvidaré quienes son y los trataré como a uno de mis hombres sin piedad alguna. Serán entrenados y supervisados por mis mejores soldados —Agregó mientras Paul y Patryck mostraban expresión dura y atemorizante— ¿Les ha quedado claro, inútiles?

—¡Si señor! —Vociferaron Edd, el pelinaranja y Tom al unísono vistiendo uniformes junto con botas militares.

—¡Pues a trotar! ¡¿Qué esperan?! ¡Muévanse! —Ordenó a gritos el noruego mientras los chicos le obedecían rápidamente.

—¿Cuánto crees que duren? —Preguntó Paul.

‒Seis minutos, el castaño tal vez solo cuatro ‒Respondió Patryck‒ ¿Tord, estás seguro de esto?

‒ ¿Qué si estoy seguro? ‒Dijo el de parche a modo de repuesta‒ estos chicos son súper destructivos, podrían acabar con media ciudad si quieren, y si no quieren, pues, también.

↠↞

El noruego estaba ajustando uno de sus cubos «mágicos» los cuales al presionar el único botón que estos tienen aparece y se arma algún objeto en concreto.

Tom entró al taller con una botella de agua respirando pesadamente, exhausto. Se acercó a Tord y miró curioso todas las piezas y planos sobre la mesa, pero sobre todo, miró uno de esos cubos.

—¿Vas a atacar a Leonard con un sillón? —Preguntó divertido.

—Voy a atacarlo con una armada, un monstruo categóricamente mortal, un tanque especializado y un factor sorpresa —Respondió muy concentrado en lo que hacía con el destornillador, luego lo dejó en la mesa y admiró el cubo satisfecho con su modificación.

—¿Factor sorpresa? ¿Puedo saber que es?

—No —Se apresuró a decir— sígueme —Agregó el noruego guiándolo hasta afuera.

Ahí en ese lugar espacioso y rústico se encontraban lo subordinados de Tord «animando» a Matt y el castaño en un circuito de obstáculos.

‒ ¡Fresa narcisista! ¡¿Te crees rudo?! ¡Te matarían en segundos! ‒Le gritó Patryck al pelinaranja quien sudaba a chorros por tanto esfuerzo.

El noruego y Tom pasaron de largo y se acercaron a un área que decía «Zona de pruebas mecánicas». Tord sacó el cubo que había estado ajustando y le sonrió al ojinegro mientras presionaba el botón y lo lanzaba a un espacio vacío.

—Santos inventos noruegos en terrenos ingleses ajenos —Dijo el ojinegro al ver cómo de ese cubito indefenso se estructuraba un tanque del cuádruple de su tamaño multiplicado por algún otro número— ¡Wuojojo! ¡Esto me agrada! —Dijo entusiasmado— dime que entraremos a esta cosa cuando nos vayamos.

—Pff, obvio —Dijo el de cuernos presionando un botón externo que devolvió el tanque a un simple y ordinario cubo de metal— Vamos a mi oficina.

—Creí que esto era un cuartel provisional, pero es bastante extenso, casi tanto como una base normal. Incluso tienes otra oficina aquí —Dijo el británico.

—Sí, supongo que al gobierno noruego le gustó tanto la idea de infíltrame en Londres que me dieron todo el dinero que necesitara —Dijo el noruego— Le decimos cuartel por costumbre, pero tiene todo lo que hay en la base de noruega —Aclaró mientras comenzaban a caminar hacia a la oficina— Incluso creo que están planeando repetir esto pero en el desierto del Sahara.

—¿Van a mandarte al Sahara? —Preguntó.

—En un futuro no tan lejano, sí —Respondió Tord— así que más vale que te guste el calor, porque no pretendo dejarte aquí gozando la vida mientras yo me cocino en medio del desierto.

—Ni lo sueñes —Dijo el ojinegro pasando por la puerta de lo que vendría siendo, por fin, la oficina «provisional» de Tord.

El de parche literalmente se lanzó a la silla y cómodamente puso sus pies en el escritorio mientras Tom se sentaba en la silla que estaba delante.

—Realmente no sé qué tan peligroso sea este sujeto, Leonard —Dijo con la vista pegada en el techo— confío en mis hombres, pero esto podría salir mal —Bajo su mirada al piso algo desanimado— No quiero que tú o los chicos salgan lastimados.

El ojinegro se quedó pensativo, se levantó bruscamente de la silla y golpeó con el puño el escritorio extrañando y sobresaltando al noruego.

—¡Ya se lo dije, Larsson! ¡Usted no está autorizado a respirar en este país! —Gritó.

Tord lo miró confundido por unos segundos y luego comprendió la intención de Tom.

—¡Cierre la boca, Ridgewell! —Gritó Tord sonriente siguiéndole el juego— ¿Es que acaso no ha considerado mis sobornos?

—¿Sobornos? ¿Está usted tratando de sobornarme?

—Dinero, unión con la armada roja, directamente unión con el gobierno noruego —Dijo el de parche levantándose de la silla y acercándose al británico para luego sentarse en su piernas quedando frente a él— además de mi servicios —Agregó susurrando sobre su labios— ¿Le parece bien la oferta?

—No lo sé —Dijo Tom tomándolo de la cintura— no me ha quedado claro.

‒ ¿Qué mente tan limpia tienes para no saber a que me refiero con oferta? ‒Preguntó Tord.

—Muy limpia —Sonrió con picardía.

‒Señor ‒Entró Paul al lugar y luego notó la interrupción que había causado‒ Lo lamento, pero Henri está aquí ‒Dijo.

Tord bufó.

—Déjalo pasar —Dijo el de cuernos levantándose y volviendo a la silla «del jefe» con malhumor.

Paul asintió, cerró la puerta y volvió por donde vino. El noruego con el ceño fruncido movía las piernas con fastidio a modo de berrinche como si eso fue a cambiar el hecho de que el policía estaba ahí; estaba molesto, realmente tenía la fantasía de hacerlo sobre un escritorio.

La puerta se abrió por segunda vez dejando ver el cabello grisáceo y el uniforme repetido.

—Henri —Dijo el de parche mientras veía como Tom sacaba una botella pequeña de vodka de su bolsillo y comenzaba a beber de ella.

—Debo admitirlo, tenía mucha curiosidad de entrar aquí —Confesó Henri— Hace dos horas me llamó uno de mis hombres, policía de moral con una racha perfecta debo decir —Comentó— me dijo que un hombre con tapaboca estaba naturalmente sentado en su comedor con un arma.

—Leonard —Dijo el noruego pensativo.

—Así es —Comentó el hombre— llegó tan alterado que ya ninguno de mis hombres quieren cooperar en esto.

Tord puso una mueca de seriedad.

—Vamos a atacar mañana.

Estoy de vuelta → TomtordWhere stories live. Discover now