Ahí se encontraban, Rubén y Samuel frente a Guillermo y Mangel. Era un perfecto día soleado y muy tranquilo, no solo por el lugar en donde estaban, ya que este era en uno de los parques que estaban detrás de la facultad donde casi nadie pasaba.
El pasto verde y fresco transmitía un aire de paz y tranquilidad, ese era la imagen que quería Rubén para la charla que debían tener Vegetta y Willy.
—¿Qué vas a hacer?— le preguntó separándose de ese abrazo a la fuerza para mirarlo. El castaño suspiro, alejándose de él para sentarse a la orilla de la cama ante su mirada.
En silencio, Rubén se sentó a su lado. Le estaba dando su espacio para pensar y tomar una decisión que hizo casi al instante ya que abrió el cajón de la mesa de luz sacando el celular de ahí. Lo encendió y tras esperar un minuto empezó a sonar muchos mensajes y hasta notificaciones de llamada se mostraba en la pantalla, todos con el nombre de Willy.
—Quiero hablar con él— dijo al fin luego de estar un buen rato en silencio solo mirando el celular hasta que dejó de sonar.
El pelirrubio solo asintió, apoyando su decisión.
Tras decir esas palabras volvió a quedarse en silencio tomando valor hasta que pudo abrir un mensaje, fue el primero de muchos mostrando en cada uno de ellos la preocupación de Willy hacia él y su "desaparición". Una punzada en su pecho empezó a sentir mientras que en sus ojos unas lágrimas amenazaban con salir.
Tan perdido estaba que reparó en la presencia de Rubén hasta que sintió su fragancia característica y sus delgados brazos lo rodeaban intentando reconfortarlo, algo que funcionó, esa pequeña acción lo había calmado y le daba la paz y fuerza a la vez.
Ya en el presente, no se sentía con tanta fuerza como cuando fue abrazado por su amigo hace días atrás, Samuel miró a su amigo, sus amielados ojos le delataban su incomodidad y nervios. Él solo le sonrío tratando de transmitirle que todo estaría bien, y que pasara lo que pasara estaría a su lado, al igual que con el abrazo esa pequeña sonrisa hizo efecto y lo tranquilizó.
El castaño no lo sabía, Rubén quería abrazarlo en vez de darle una simple sonrisa, pero aquello no sería correcto, no por lo menos ante las atentas miradas de sus amigos.
—Mangel vamos a sentarnos allá.— propuso señalando unos bancos de cemento que estaban detrás de ellos. El pelinegro asintió un poco con duda, pero igual se dirigía hacia el lugar cuando Guillermo lo tomó del brazo.
—Mangel.— lo nombró en un susurró.
—Está bien. Estamos allí.— le dijo señalando el lugar, no del todo convencido su amigo lo soltó dejándolo marcharse con Rubén hacia aquellos bancos dejándolo solo con el amigo de Alex y Frank que conoció en la fiesta.
Ya solos, el silencio y las miradas empezaban a incomodarlos.
—Hola.— fue Guillermo quien habló primero, sin saber que esa era el comienzo de una larga charla.
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—Rubiuh.— nombró el pelinegro, tomando asiento al lado de su amigo. Intentando hablar con él, pero el pelirrubio levantó una mano en señal de que se detenga.
—Ahora no Mangel. No quiero hablar, tal vez después...— respondió en un tono serio, volviendo a mirar al par que estaban comenzando a charlar.
Desde esa distancia no se podía oír nada, aun cuando no había un alma por aquellos prados verdes. Tal vez era mejor así, ya desde lejos Rubén se mortificaba viéndolos.
Le dolía y vaya que le dolía ver lo cerca que se encontraban el uno del otros. Y no, Rubén no le guardaba ningún rencor a Guillermo, de hecho intento entender porqué había tomado decisiones tan inútiles y estúpidas con Samuel. Pero si entendía porque se enamoró de Samuel.
Si, hubiese sido muy fácil que Rubén le nunca hablar con Willy y Vegetta. Hubiese sido fácil guardarse el secreto de que Samuel era el chico de los mensajes del pelinegro. Pero eso no sería correcto, por ello habló y ahora le tocaba esperar a ver como la única persona que amo de verdad regresaba a los brazos de alguien que no era él.
En silencio y con el ceño fruncido los miró junto con Mangel que se mantenía en silencio, mirando con curiosidad al par.
