El castaño se miraba los pies de forma infantil mientras esperaba el reaccionar de Guillermo, que lo miraba completamente sorprendido.
Samuel, sin pensarlo muy bien, había contado todo desde el primer mensaje hasta que se enteró que jugaba con él. Todo con rapidez que Willy no le quedó más que guardar silencio y escuchar.
—Entonces...tú...eres...—el pelinegro habló tratando de salir del asombro.
—Si.—dijo con voz casi inaudible el ojimiel.
—Pero... ¿Por qué...?—la voz de Willy ya no salía.
Después de tanto tiempo buscando al chico de los mensajes, a su Samuel. Por fin estaba en frente suyo, y lo único que quería hacer era abrazarlo como se prometían en los mensajes cuando se conocieran en persona. Así que sin esperar lo abrazo.
—Samu.—murmuro el pelinegro con una sonrisa de tener entre sus brazos aquella persona que lo hacía feliz con un mensaje y que había desaparecido de su vida tan rápido como llegó, se prometió de perderlo de nuevo.
—Guille...por favor.—el mayor se soltó de ese abrazo, ante la mirada confusa del otro.
—Samu no sabes cómo...no tienes idea de lo mucho que quería verte, me bastaba con un mensaje, pero esto es mejor, al fin nos conocemos.—la sonrisa de Guillermo destrozaba al castaño.
Después de todo lo que le había hecho, Willy estaba feliz de por fin conocerlo.
—Te mande muchos mensajes y no me contestabas... yo...yo estaba muy preocupado por ti.—intento acercarse una vez más para volverlo abrazar, pero el mayor hizo paso hacia atrás.
—¿Samu?
—Jugaste conmigo. Yo...yo creí en cada mensaje tuyo, y siempre...siempre fui sincero contigo.—la voz le empezó a fallar y sus ojos empezaron a nublarse por las lágrimas contenidas.
Guillermo intentó acercarse una vez más, pero Samuel se apartó.
—Lo siento...lo siento, fui un idiota.—unas lágrimas empezaron a salir traicioneramente de los ojos del pelinegro—perdóname... yo... yo te—
—No lo digas.—le interrumpió, enojado lo miro aun con lágrimas bajando hasta su barbilla.
—Sam.—nombró Ruben detrás suyo, el castaño se giró a mirar a su amigo.
—Vámonos.—dijo para luego caminar dejando a Guillermo, junto con Mangel.
