Hacía un par de días que Samuel y Guillermo habían hablado y por desgracia aquella charla tuvo sus repercusiones para ellos. Aunque ningunos de los dos le contara a sus amigos lo ocurrido, ellos notaban las caras serias y a veces tristes de sus amigos.
—Amigo ¿Estás bien?— preguntó Frank, al ver a su amigo con el mismo ánimo apagado que hace unos meses atrás.
Sabía que Samuel no le diría la razón, pero prefería preguntarle hasta el cansancio su estado. Tal vez, en algún momento se les escapara la razón de porque se encontraba así.
—Sí, estoy bien Frank.— contestó con una mueca intentando pasar por sonrisa. Otra vez la misma respuesta, el pelinegro suspiro dando por terminada la charla.
Caminaban juntos en silencio hacía la salida de la facultad, cuando los vieron. Ruben, Guillermo, Mangel y Alex los esperaban en la entrada.
—Hola Chicos.— saludo el pelinegro a sus amigos con una sonrisa. El castaño lo siguió a paso lento viendo como se saludaban.
—Hola Samuel.— la voz de Willy salió profunda, acompañada de una inquisidora mirada.
Él asintió a modo de saludo, logrando borrar la sonrisa que le dedicaba. Guillermo quería sorprenderlo, por ello fue a esperarlo junto con Mangel, pero se les unieron Rubén y Alex quienes no lo tenían previsto.
—Hola Ruben.— saludo el castaño acercándose al pelirrubio con una pequeña sonrisa.
—Samu.— el más alto se acerco y coloco su abrazo sobre los hombros del castaño. Todo ante la atenta mirada de Guillermo, que deseaba apartarlos.
—Vamos.— dijo molesto caminando hacia la salida.
No podía evitar sentirse celoso ante el acercamiento de ellos dos. Guillermo aun ama a Samuel y quiere recuperar aquello que había perdido.
—¿Estás bien?— preguntó en un susurro Ruben a su amigo.
El castaño negó con la cabeza mientras observaba que los otros se iban adelantando y ellos se quedaban atrás.
—No lo esperaba.— comentó con tristeza.
—Lo sé. Él quería verte de sorpresa.
Samuel tomó la mano que reposaba en su hombro, logrando sonrojar al ojiverde.
—Pensé que habían arreglado las cosas. Creí que lo amabas...
—Lo ame. Pero creo que...—ambos pararon su caminar, Ruben apartó su brazo de los firmes hombros de Samuel.
Se miraron, esperando la respuesta del castaño.
—Samuel...
Tal vez lo arruinaría como pasó con Guillermo, pero no podía detenerse. Desde el momento en que empezó a hablar con Rubén descubrió lo diferente y especial que era.
Ninguno de los dos se había dado cuenta que el espacio entre ellos se había reducido, hasta casi estar pegados. Sus miradas se volvieron cristalinas.
—Samuel...
El pelirrubio volvió a murmurar su nombre, le encantaba escuchar su nombre desde esos labios rojos. Su mano se dio paso al cuello blanco de Rubén hasta detenerse en su nuca y sin pensar en las consecuencias, lo besó. Un beso que fue correspondido de inmediato.
