Capítulo 20 "Ya no más" (Editado)

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Reaccioné rápidamente y moví el escritorio que estaba ahí, de manera que no pudieran abrir la puerta. 

¿De donde había sacado la fuerza? Ni yo misma lo sabía, solo quería impedir que él me volviera a dañar. El escritorio estaba en su posición pero eso no sería suficiente para detenerlo.

Al igual que el escritorio, moví el librero haciendo un muro para que no pudiera entrar.

Llegó y tocó la puerta nuevamente.

-Que te largues- grite furiosa.

-Ya estoy harto. Quise que lo hicieras por las buenas, pues lo harás por las malas- dijo enojado.

Buena suerte.

Escuché como metió la llave y logró quitar el seguro, pero al momento de empujar, no pudo, pues el peso lo impedía. Intentó varías veces, pero no podía, porque también había trabado la puerta con un bastón para cortina.

Una pequeña risa salió de mis labios. Su reacción me causó gracia. Al fin le demostraría que no siempre iba a hacer lo que él quisiera.

-Abre la jodida puerta y quita toda la mierda de ahí- ordenó más enojado y desesperado.

-Comprendí que jamas me dejarías libre, y si tengo que escapar de otra manera, lo voy a hacer. Tu no eres mi dueño- Hasta yo misma me sorprendí de mi actitud. 

Nadie me iba a detener para lograr mi objetivo: ser libre.



En los siguientes días, tenía la misma rutina: revisar que la puerta no se pudiera abrir y quedarme aquí a esperar el momento.

Sabía que no iba a morir de hambre o deshidratación, pero estaba poniendo a mi cuerpo más débil, para que no luchara para no morir.

Ya había pasado casi una semana, y me sentía cansada, hambrienta y desgastada. No comía y solo tomaba agua del lavabo. Y dejaba que mi cuerpo se cansara poco a poco.

Me acostaba y cerraba los ojos, y dormía por horas. Ya me costaba mucho mantenerme de píe y poder bañarme.

Todos los días venía Alexander a preguntar como estaba y a convencerme a salir de aquí, pero no lo oía y seguía con mi plan.

Un dolor de cabeza me invadió, era tan fuerte que me tiró al piso. Las orejas me zumbaban y las manos me temblaban. Sabía que ya era hora y que tenía que llevar a cabo el segundo paso.

Me arrastré hacia el escritorio que servía de barrera, y de el, saqué una navaja de sacapuntas que ya había preparado para este momento. Tomé valor y lo hice. Corte el brazo en repetidas ocasiones para hacer el más daño posible. Dolía bastante, por ende, mis ojos empezaron a llorar.

Mis ojos pesaban y los empecé  cerrar. Todo por fin se iría, el dolor, el amor y sobretodo el sufrimiento.  Cerré los ojos y por fin todo se había ido...

  Cerré los ojos y por fin todo se había ido

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POV. ANTONY

Una semana desde que no veía a Paola y parecía una eternidad. Me preocupaba bastante lo que hiciera o no hiciera, pues no era normal lo que ella decía: morir.

Fui a tocar a su puerta como todos los días, pero esta vez, nadie contesto. El miedo me invadió y sabía porque: Algo le había pasado.

-Paola, PAOLA- Nadie contestaba.

Baje corriendo las escaleras. Y vi a Luis cuidando la puerta.

-Trae la escalera mas larga que tengamos, pero rápido- estaba desesperado. El corrió en busca de lo que pedí.

Llegue a la parte donde se encontraba la ventana de Paola. Luis llegó con la escalera. La colocó en la pared. Subí las escaleras y rompí el vidrio de un puñetazo. La meno comenzó doler, pero no era un problema.

 La vi tirada en el piso llena de sangre, con los brazos heridos y una navaja junto a ella.

¿De donde carajo la había conseguido?

Me quede en shock por algunos segundos. Rápidamente quité le que había puesto el la puerta con ayuda de Luis, quien también había entrado. Abrí la puerta y regresé por ella. La tomé en brazos y baje corriendo las escaleras. Mi camisa se lleno de sangre pero no me importo, ella era lo que más me importaba en estos momentos.

La subí a un automóvil y pedí que Luis manejara. Íbamos a toda velocidad, pues la vida de ella dependía de un hilo. 

En el camino, intenté controlar el sangrado, pero su pulso se hacía mas débil cada minuto que pasaba.

Al verme, los doctores atendieron a Paola. No me dejaron pasar a la sala donde ella estaba, pero si podía oír algunas de las palbras que decían.

Sangrado, pulso y reanimación.

Cuando ella estaba en la camilla, sacaron el desfibrilador, que era capaz de controlar con una descarga una arritmia cardíaca letal.

Le quitaron la playera que traía y la empezaron a reanimar. Una y otra vez.

Seguía ahí e píe, viendo como intentaban salvarla. De repente alguien dijo la palabra más temida: "Esta muerta"

Me alteré y empecé a gritar, pero todo ya era inútil...



Enamorada De Mi SecuestradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora