Capítulo 24 (Final): My Infernity

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«La vida no es más que un mal chiste. Siempre crees estar riendo con ella cuando ella siempre se está riendo de ti»
                                                                                                                                              —@Victor_the_Warrior

¿Cómo iba él a saber que podía paralizar? Aquel golpe sordo enmudeció a los grillos en su propio hábitat natural, durante unos instantes cuyo silencio se prolongó por incontables milenios. Siervos, petrificados, como figuras bíblicas de sal. Figuras inertes que perdieron su coraje, valentía e incluso su vida misma al ver cómo su amado líder y creador caía rendido a la moqueta.

Con cada fina línea de sangre que escapaba de su cráneo se prolongaba la agonía de cada criatura. Eran capaces de sentir el dolor, la impotencia, en su propia piel. Y quemaba. Rasgaba cual papel de lija y a la vez adormecía sus sentidos. Sin té. Ni infusiones. Ni somníferos. Sólo necesitaban empatizar con el Amo para perder junto a él la consciencia.

Pero no todo el público del teatro era igual. Scarlett, Josh, Lara, Jessica y por encima de todos, Isaac, vieron en aquel cuerpo desplomado una oportunidad de liberación. De ansiada paz. En ellos no se quebró nada. Su cuerpo no sufría, tan sólo confundía, sombras con colores; luces y tonos grisáceos. Un único elemento era capaz de devolverles a la realidad:

La mecha encendida del cañón, cuyo tiempo de vida no perdonaba ni una sola muerte.

Sarah y Sharon seguían presas del Amo, aunque su mente no estuviera presente para disfrutar de su dolor. Se retorcían en las ruedas, gimiendo, con la esperanza de que un milagro o algo similar se hiciera presente para salvarlas de las gélidas garras de la muerte. Pero esa oportunidad, ese anhelo, se había materializado en forma de hombre. Era Isaac.

Con unas palabras les devolvió a la vida desde el trance de su súbita aparición.

—¡Eh! ¡Reaccionad! ¡Apenas quedan diez segundos!

«10 segundos, 10 segundos, 10 segundos, 10 segundos, 10 segundos,...» dos palabras que se repetían en la cabeza de Josh conforme su mano se movía etérea sobre uno de los últimos nudos que apresaban a su hija. Isaac casi se abalanza sobre Scarlett. Patidifusas, Lara y Jess contemplaron cómo juntos empujaban la ruleta que tenía presa a Sarah hasta el suelo, quedando ella tumbada, viendo en la lejanía la bicolor carpa circense.

Fue una buena idea. Desde ese ángulo, la bala de cañón pasaría por encima de la desgraciada mujer, salvándola de un impacto en el pecho que partiría sus costillas clavándolas con fuerza en su corazón, matándola en cuestión de segundos. Pero Sarah seguía sin poder hablar. Con la máscara cubriendo su rostro no podía avisarles de que de nada servía la estratagema si Sharon no era salvada.

Ambas morirían. Abandonarían este mundo si Josh no era capaz de liberar a Sharon.

En sólo 5 segundos.

En sólo 5 segundos el brazo de Sharon fue liberado. Pero no fue tiempo suficiente para desatar la cuerda enroscada como una serpiente en su tobillo. La niña cayó al suelo, colgando levemente del nudo que apresaba su extremidad inferior. Aguantó la respiración. Sintió a Josh echándose a un lado; las miradas de todo el público clavadas en ella. Cubrió con las manos su cabeza.

Y la mecha del cañón desapareció, consumida por el fuego. La explosión fue tan fuerte, tan grande; que creía que la carpa caería con ella. Algo que por fortuna, jamás ocurrió. Sharon, agazapada en el suelo, con su pie izquierdo en volandas; sintió a centímetros de él la opulenta bala de cañón impactando justo en el centro de la ruleta. Diana. La estructura de madera estalló en pedazos.

Scarlett: Carnival Ride (Trilogía Scarlett n°3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora