Capítulo 3. primera parte

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ALEXANDRA

What if God was one of us? Just a slob like one of us Just a stranger on the bus Trying to make his way home? Joan Osborne

La primera vez que escuché su voz fue esa noche, mientras dormía en la cama de aquel hostal. La oí con tanta claridad como si le tuviera a mi lado, pero estaba sola en la habitación. ¿Quién me hablaba y cómo podía oírle?

Lo cierto es que no se trataba de una voz normal, parecía más bien como si alguien pensara en mi cabeza o como si me hablaran en sueños. En los sueños sabes lo que te dicen aunque no oigas realmente al interlocutor; algo así me pasaba a mí. La única diferencia es que los sueños no se suelen archivar en la memoria a modo de recuerdos, pero éste sí lo hizo; lo conservé como si hubiera sido real.

En el sueño no estaba en ningún lugar concreto. No se veía ni oía nada salvo aquella voz, por lo que toda mi atención se centró en ella.

Alexandra… me llamó. En aquella inmensidad de ningún color determinado, me giré buscando la procedencia del sonido. Concéntrate en lo que voy a decirte, Alexandra. Ahora mismo no importa quién soy, solo lo que tengo que contarte,  prosiguió la voz. Abandona la ciudad al alba. Ve hacia el este y alcanza el templo de Deméter; allí estarás a salvo

¿Por qué? Aun en sueños, las dudas se me arremolinaban, pero aquel ser parecía capaz de leer mi mente.

Torino caerá.

No sé si la palabra dio lugar a la imagen o ésta a la palabra, pero soñé con un toro sepultado bajo tierra, aplastado por toneladas de escombros. Desperté sudando tras el estertor final del animal.

—¿Qué diablos...? —miré el reloj de la habitación: las cinco menos cuarto de la madrugada. Las palabras de aquel extraño sueño, o pesadilla, volvieron a mí, repitiéndose en mi cabeza como si alguien acabara de pronunciarlas en una conversación—. Abandona la ciudad al alba. Ve al templo de Deméter, al este, donde estarás a salvo —murmuré, reproduciendo las indicaciones de mi sueño en voz alta—. Torino caerá.

¿Qué significaba aquello? Torino caerá. Torino era Turín, o eso creía. ¿Algo iba a pasarle a la ciudad? ¿Otra catástrofe? Aunque solo hubiera sido un sueño, necesité repetírmelo en voz alta para tranquilizarme.

—No va a pasar nada. Solo ha sido un sueño por culpa de las noticias y de lo que me ocurrió ayer. ¿No…?

La respuesta llegó en forma de un golpe sordo que casi me hizo caer de la cama, sobresaltada. Miré hacia la mesita de noche y comprobé que el reloj despertador se había caído al suelo.

—Joder… —respiré hondo un par de veces intentando calmarme—. Solo ha sido un sueño... —me repetí nuevamente mientras volvía a tumbarme. No sabía si dejaría o no la ciudad aquel día, pero todavía era demasiado temprano para hacer algo.

Cerré los ojos para dormir un poco más y, cuando el corazón todavía no se me había recuperado del susto del despertador, la radio del mismo se puso en funcionamiento al máximo volumen.

Me levanté tan rápido que esta vez sí que resbalé y caí de la cama. Mi gemido de dolor quedó ahogado por la música que sonaba en la emisora. Busqué a tientas el interruptor, pues la luz filtrada por la ventana aún era escasa, y tras dar con él y silenciar el aparato, permanecí unos segundos en el suelo, inmóvil, sollozando mientras esperaba a que se me pasaran los pinchazos de dolor en rodillas y brazo.

—¡¿Algo más?! —gruñí entre dientes al vacío—. ¿Qué narices he hecho yo? ¡¿No puede salirme nada bien?!

La radio volvió a encenderse en respuesta.

Hybris. Los Últimos Días.Where stories live. Discover now