Necesidad

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NECESIDAD

Chase le tiene desnuda en sus brazos, pidiéndole que lo deje tenerle, se derrite con sus palabras y le calienta el cuerpo hasta mojar sus bragas, tiene tantas ganas como él y a la vez, tanta expectación.

No responde a sus palabras, solo lo empieza a desnudar dándole besos a cada paso, ¡le desea!. Le quita la camisa, empieza a desabotonarle el pantalón y él le agarra su mano.

—A partir de aquí, sigo yo. Porque si no, me derramare en tu mano.

Dios que increíble sensación siente Vanesa. La de saber el poder que tiene sobre él.

Termina de quitarse el pantalón  y el calzado, solo se queda en ropa interior. Lo mira de arriba a abajo ¡tiene un cuerpo espectacular!. Se le queda mirando su bulto y frente a su incrédula mirada, aumenta más de tamaño. Levanta sus ojos de su zona sur y él le sonríe, ¡le sonríe!. Camina hacia ella y la levanta en su brazos, depositándole delicadamente en la cama.

Pega sus labios a su boca robándole el aliento, muerde sus labios y después le pasa la lengua para aliviar un poco el ardor de su mordisco. A la vez, le pasa las yemas de sus dedos por su seno izquierdo, pinza el pezón con dos dedos hasta formar un pico, no pasa mucho tiempo para hacer lo mismo con su otro seno. Baja su boca por el cuello, depositando besos hasta llegar  a sus pechos, juega con uno y a el otro no lo desatiende ya que su mano retuerce el pezón, sacando de ella un jadeo. Siente su aliento caliente bajando por su estómago hasta llegar a su ombligo y le penetra con su lengua, su piel rompe en pequeños escalofríos. Sigue descendiendo hasta llegar a su braga de la cual se deshace con los dientes, una visión erótica que se llevare la joven en su mente hasta el fin de sus días.

Pasa un dedo por la entrada a la que desea poseer, sacando humedad de su interior y la pasa por su botón, agrandándolo. La sensación que recorre el cuerpo de Vanesa es intensa, desbordando su miel fuera de su cuerpo.

—Ya estás lista para mí.  —sentencia Chase, con voz ronca

Vanesa está en sus brazos toda cálida y húmeda, el aroma de su cuerpo le embriaga, le pasa su mano por sus piernas y la insta a separarlas, tantea su entrada. ¡Está preparada! Su cuerpo le pide prisa y él quiere darle suavidad, quiere que esta experiencia sea memorable para ella. Le deposita un beso y se posiciona en su entrada, su pene está tan duro y sensible, que teme no durar lo suficiente para ella.

—Amor, te molestará sólo un poco, ¿confías en mí?.

—Si.

Te necesito.  Le respira la frase en sus labios.

Poco a poco va entrando en su cuerpo, ambos tienen su respiración agitada. La besa para que se concentre sólo en las sensaciones y cuando empieza a responder, empuja fuertemente, penetrando en su cuerpo. Un pequeño jadeo sale de su boca, signo de convertirse plenamente en su mujer.
En la habitación queda un solo ser, en dos cuerpos que se acoplan.

Una vez más la acaricia, mientras sus pieles se estremecen. Sus entrañas le queman al rojo vivo, tatuando su alma, con el ardor del cuerpo de la mujer, en el baile más antiguo del mundo.
La sensación es sublime.
Al final Vane se  abandona al deseo y la hace completamente suya al derramarse en el interior de su cuerpo.

Sus cuerpos siguen acoplados, los sudores combinados empapan las sabanas.
Poco a poco las respiraciones se normalizan.

Chase se levanta y sale del sensible cuerpo de Vanesa y su separación hace que se estremezca, de nuevo. Camina al baño y regresa con una toalla empapada de agua tibia, él empieza a limpiarle con delicadeza entre sus piernas, ella se dedica a mirarlo fascinada de como le cuida y le mima, al voltearse un poco le deja al descubierto su falo que a pesar de estar en su estado no erecto, sigue siendo hermoso y grande, rodeado de semen y sangre......¡su sangre!.

—Ahora le toca a usted, señor. Es mi turno de limpiarte.

Se acomoda y se deja hacer a su cuidado, al final lo besa, toma la sabana y los arropa, abrazados se queda dormida.

No sé cuánto tiempo ha dormido, se entretuvo escuchando la respiración acompasada de Vane que le arrullo hasta quedarse dormido. No puede creer la increíble suerte de tener a una mujer como ella a su lado, pero más, de saber que está viva. El susto que se llevó esa tarde no quería repetirlo nunca, al fin era su mujer, la necesitaba como el aire para respirar, tenerla bajo de él, le supo al cielo y estar dentro de su cuerpo quemo cada angustia y temor de las horas pasadas, pero no se había saciado. Ahora mismo quería levantarla a besos y penetrar nuevamente su cuerpo, ardía por ella, si definitivamente su ardor seria satisfecho en su vientre.

Como el roce de una mariposa, sentía Vane en sus parte, una humedad que rozaba constantemente su nudo entre los pliegues. Al abrir sus ojos encontró a Chase mamando su clítoris, como si de ello dependiera su vida, un dedo penetro despacio y entraba y salía imitando el acto de amor que habían practicado más temprano, ese dedo invasor toco un punto donde hizo que el cuerpo de vane realizaran un arco, despegando su espalda de la cama. Empezó a boquear buscando aire, la continua atención de Chase la tenía al borde del colapso, su piel empezó a transpirar y su corazón acelero sus latidos. El fuego en su vientre amenazó con romperla, poco a poco esa increíble sensación tomó fuerza y el cuerpo de Vane estalló en mil pedazos.

Chase extrajo los últimos jugos que el cuerpo emitía, se alzó frente a ella y de un empellón, entro profundamente, carne contra carne, dureza contra suavidad, las penetraciones era profundas y constantes, que llevaba a perder la compostura en la muchacha y la cordura en él.

Chase se movió hasta quedar de espalda en la cama llevando a Vanesa con él, en esa postura la muchacha sentía más profunda su penetración, le quemaba por dentro...ya que golpeaba su matriz.

—Mi amor, soy todo tuyo, puedes hacer conmigo lo que quieras.

Eso le encantó.

Empezó a probar con la profundidad de la penetración, donde se sentía mas cómoda, luego con la fuerza y la velocidad que le imprimía al sube y baja.

Sus tentativas y pruebas tenían a Chase más excitado, sus bolas las sentía cargadas, sus torpes movimientos le tenían en la punta, su semen.
Al fin encontró su ritmo y lo tenía bien cogido, a punto de estallar, varios movimiento más y Chase enloqueció, mojo su dedo y toco su botón hinchado. Vanesa no necesito más, explotó nuevamente y se llevó consigo a Chase.

—Vaneeee. ¡ahhhhhh!  ¡Dios, Te amo!.

Y en esa posición se volvieron a quedar dormidos.

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