10. Anarquía

204 14 2
                                    

Hace calor, mucho calor. Quizá es porque mi habitación es un horno, o quizá porque estoy a punto de contar la anécdota más importante que ha acontecido en mi vida. No tengo idea, pero supongo que ya no importa. Mi dignidad se ha ido por el caño al revelarle lo que siento a Jane, incluso cuando he accedido a contarle esto.

Como sea, me quito mi camisa para refrescarme un poco, porque esto es un maldito horno. Jane me mira con ojos cansados y serios, quizá ya está malinterpretando las cosas otra vez. Me apresuro a aclarar el porqué.

― ¿Ahora no puedo sacarme la ropa en mi habitación?― chasqueo la lengua, molesto― Que tengo calor, niña.

Acto seguido, me siento en la cama, a unos metros de ella. Un suspiro escapa de mis labios, tratando de liberar las tensiones que han estado dentro de mí desde hace años. Me siento algo tenso, pues hace poco había aceptado que Emily ahora era solo un estorbo en mi vida. Y, sinceramente, no me siento listo para hablar de ello, pero... Qué diablos, adelante.

―Supongo que algún día tendría que hablar de esto. Será mejor que te acomodes, esto se hará largo.

Mis manos viajan hacia mis cabellos, revolviéndolos un poco. Luego, froto mi cara, mentalizándome.

―Mientras acaben los secretos y las mentiras...― Responde ella, con sus ojos cansados, pero llenos de curiosidad.

Debo reprimir las ganas de abrazarla ahora, no es momento.

―Pero quiero que prometas que esto quedará entre los dos. Ni siquiera mis padres saben de esto.

― ¿A quién crees que se lo contaría? ¿A mis "amigas"?― hizo énfasis en la palabra― Vamos, que ni tus padres saben de mí. Tú prosigue, puedes confiar en mí― dice con voz suave mientras entrega una dulce mirada de confianza.

―Sólo quiero sentirme seguro de que puedo contarte esto sin que juzgues.

Se supone que el miedo no es algo que vuelva a mí de manera recurrente. Pero en estos momentos estoy temblando como una maldita gelatina, quizá por nervios, quizá por miedo, no tengo idea.

―No te juzgaré― tomó su mano y entregó esa confianza que desprenden las madres―, de verdad.

―Supongo que debería empezar por Emily... Emily fue mi pareja. Sinceramente, fue la persona que cambió mi vida. Vivía aburrido y desanimado, no había nada en mi pasado para torturarme, sólo todo era muy aburrido. Como un joven promedio, me acerqué a los cigarrillos por curiosidad, pero nunca fue algo que me tuvo encadenado, fumaba a veces, casi una vez a la semana. Por cosas de la vida, un día me faltaba fuego para encender, y comencé a vagar por el parque en el que estaba, preguntando por un encendedor. La chica que me prestó uno, fue la que puso mi mundo de cabeza...

―Así que Emily― su voz se notaba incómoda. Alzó la mirada, y nuestros ojos se encontraron―... Por el nombre intuyo que debe ser una muy linda chica― hubo un leve silencio. Maldita sea, me cuesta mucho hablar de esto con naturalidad.

―Recuerdo todo perfectamente. Hasta las primeras palabras que escuché de ella: "Enciéndelo rápido, niño, que yo también quiero". También recuerdo la primera impresión que tuve de ella: "Es una chica peligrosa". No sé muy bien porque recuerdo cosas tan triviales. Ni tampoco sé muy bien como sentirme con respecto a eso, ni con respecto a todo.

― ¿Por...por qué acabó su relación? ¿Discusiones?

Ojalá hubiese sido una relación normal, para acabar así. Hubiese sido mucho más fácil. Emily, te he borrado, pero aun te odio. Te odio tanto como te amé algún día.

Vicio Insaciable [Scott]Where stories live. Discover now