Capítulo 5: La invitación

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   -cariño-la suave voz que la llamaba y la leve presión de una mano sobre su brazo hizo despertar a Claudia, que de inmediato sintió el dolor en su cuello y la espalda por dormir en la dura e incómoda silla de la sala de espera del hospital.

-¿pasó algo?-preguntó alarmada al ver a Diana.

-no, no, aun no hay más noticias, te hablaba para que desayunáramos, me temo que tendrá que ser la comida de la cafetería.

-está bien lo que sea.

-bien, pero antes deberías llamar a tus padres.

La chica Santos lo había olvidado por completo, había apagado el celular para horrar batería y se dijo así misma que llamaría a la mansión para avisar que no volvería la noche anterior pero se había quedado dormida mientras esperaba noticias de Celeste. Todo lo que sabía de su amiga era que no estaba en ningún riesgo pero su cuerpo estaba tan débil que tenía que recibir ayuda por parte de los doctores.

-lo haré-le dijo a Diana.

-bien, te espero en la cafetería.

Sacó el celular de la bolsa de los pantalones y llamó al teléfono de la mansión rogándole a la vida para que no fuera su madre la que respondiera la llamada.

Antonio estaba solo en la sala de los mayores cuando una llamada resonó en toda la solitaria habitación.

-¿Claudia?-preguntó al responder, estaba desesperado porque fuera su hermana.

-lo siento-dijo la chica-olvide por completo avisar que no volvería.

-¿Dónde estás?

-en el hospital.

-¡¿Estas bien?!

-sí, si-respondió la chica para tranquilizar a su hermano-Celeste se puso mal ayer y vine a verla pero aun no mejora. No puedo volver hasta que no mejore.

-entiendo. Pero nuestros padres se enteraron ayer que no volviste con los chicos, les expliqué que algo así estaría pasando y que llamarías, pero es mamá la que está molesta, muy molesta.

-por favor, ayúdame hablando con ella.

-lo haré.

-y necesito algo más.

-dime.

-me dejaran entrar a ver a Celeste pero necesito una identificación, tengo la de estudiante pero está en mi habitación, ¿crees que podrías traérmela? No quisiera moverme de aquí en ningún momento por si...

-no es problema, Claudia. Hablaré con nuestro padres y enseguida voy para allá-pudo escuchar el suspiro de alivio de su hermana.

-gracias, hermano.

Cuando terminó la llamada, Antonio se iba a dirigir con sus padres que estaban en ese momento con el resto de la familia en la sala principal, pero su primo Thomas entró a la sala para darle una noticia.

-ven, nos quieren a todos en la sala principal, llegó una carta.

-¿carta? ¿De quién?

-de la familia Rice.

Miranda Santos tenía la carta en sus manos, aun no la había abierto y los chicos estaban a la espera.

-nunca había escuchado de los Rice-dijo Alberto, nadie en esa sala lo había hecho y las miradas se dirigieron al fantasma más antiguo que estaba con ellos, William Santos.

-los conocí-les respondió el fantasma fundador-era común hacer un viaje en los alrededores cuando llegabas a un lugar donde te establecerías. Era muy joven aún y me quedé unos días con ellos para aprender algunas cosas. Era una mansión enorme, tres veces más grande que esta y una familia numerosa, conocida por su elegancia y buenos modales, realmente distinguidos.

La mansión SantosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora