Capítulo 29: Una promesa de vida

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Los días siguientes fueron demasiados tensos en la familia Santos, en las comidas familiares poco se hablaba, y Yera sabía que era debido a ella, siempre recibía alguna mirada de alguno de los miembros de su familia tanto vivos como fantasmas, era porque intentaban descifrar como todo lo que le estaba sucediendo era posible.

Estaba tan cansada de todo eso que ya no comía con los demás, se esperaba a que todos terminaran para ir ella al comedor o simplemente lo hacía en su habitación. Su madre la habría regañado por hacer eso y la animaría a bajar para cenar con todos, pero ahora hasta ella mantenía su distancia, algo que jamás creyó que pasaría.

Y lo peor es que entrañaba cada vez más a Bastian, el chico le hacía más falta que nunca.

...

Maya tardó un poco en enterarse del problema que ahora estaba siendo familiar, pero tan rápido como se enteró de todo aquel día sabía que debía intervenir de alguna manera, ella también se sentía culpable de la situación por haberle hecho el embrujo a Yera y era el momento de hablar al respecto aunque su información también fuera muy limitada.

Llamó a la puerta de la sala de los mayores, y de inmediato la voz que esperaba le pidió que pasara.

-hola Maya-saludó Miranda Santos, era la única persona en la sala-pensé que serias Yera, ¿no la has visto?

-sí, me la encontré en el pasillo pero le pedí un momento para poder hablar contigo.

-qué bueno, tengo días queriendo hablar contigo también, pero han sucedido muchas cosas y no me he dado el momento. Creo que ya sabrás por la situación que pasa mi hija.

-sí, ya lo sé, es por eso que vine.

-¿si? ¿Qué sucede?

-creo que Yera aún no te lo dice, pero fue debido a mí que ella pudo tener contacto con el fantasma.

Miranda quedó tan desconcertada que no pudo hablar inmediatamente.

-¿por ti?

-sí, le hice un embrujo con el que pudo tener contacto con un fantasma, el que ella eligiera. Jamás me pasó por la mente o noté que ella tuviera la intención de hacer lo que hizo, y tampoco creí que podía pasar algo así. Fue también mi error, debí haber sido más cuidadosa con este embrujo, y de verdad lo lamento.

La mujer Santos se pasó las manos por el cabello castaño, era la única de la familia que tenía ese color de cabello, la situación solo la frustraba más.

-solo es una chica-comenzó a decir Miranda-¿Por qué le diste algo con tanta responsabilidad?

-jamás debió suceder-Maya estuvo de acuerdo, le tenía mucho afecto a Yera a pesar del poco tiempo que se conocían, y de verdad lamentaba el sufrimiento y todo por lo que estaba pasando.

-y ahora mi hija de diecisiete años está en una situación muy complicada.

-lo entiendo.

-¡tú no tienes hijos, no lo entiendes!-tan rápido como lo dijo se arrepintió, estaba sacando su propia culpa en Maya y eso no era lo correcto-por favor, discúlpame...

-tienes razón-la interrumpió Maya-no tengo una hija adolecente, pero si fui madre una vez.

-Maya...-la voz de Miranda estaba cargada de culpa, pero Maya se mantenía normal al respecto, sabía que no lo hizo de forma cruel, fue un impulso del momento-por favor, discúlpame por lo que he dicho...

-está bien...

-no, no lo está. No hay excusas para mis palabras, te lo juro por mi vida que me arrepiento de ellas-le ofreció su mano y la bruja se la tomó-gracias a la vida aún tengo a mis dos hijos, pero si se lo que es perder a alguien que amas más que a tu propia vida, y aunque crecí de la forma tradicional como alguien con el don, creo que nadie debería pasar por eso.

La mansión SantosWhere stories live. Discover now