Capítulo 1

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Por fin ya estaba fuera del país. Respiré el aroma a libertad pero lo que aspiré fue el humo de los carros al pasar, rodé los ojos y me dí media vuelta para ver el pequeño edificio de ladrillos delante de mí.

Tener dieciocho años de edad me facilitaba el poder de tener mi propio apartamento. Necesitaba huir de Italia y que mejor que venir a Boston.

Entre al edificio y fui directo a la recepción, una chica de mi edad se encontraba detrás del mostrador organizando unos papeles. La chica era alta, su cabello era castaño claro, sus ojos de un bonito color avellana y era bastante pálida pero muy bonita.

—¿Disculpa?— ella levantó su rostro y me sonrió apenada.

—Lo lamentó estaba entretenida con el trabajo- se rió y yo le sonreí— ¿Qué se le ofrece?

—Viné por la llavé del apartamento que alquilé.

—Claro, ¿Cuál es su nombre?.

—Samantha Brooks— Sabía que estaba mintiéndole respecto a mi apellido pero no podía darle mi verdadero porque él me podía encontrar.

—Bienvenida Samantha. Mi nombre es Ashley, pero me puedes decir Ash—Sus ojos marrones me observaron con amabilidad. Una que no había visto hace mucho tiempo.

—Mucho gusto, me puedes decir Sam.

—Claro Sam—Me mostró una llave plata y luego me la tendió—Esa es la llave de apartamento. Es el 108, segundo piso a mano derecha— Sonreí y luego tomé mis maletas para ir a mi apartamento.

Luego de buscar el apartamento por diez minutos, por fin lo había encontrado, abrí la puerta y me adentré con mis maletas.

El apartamento no era enorme, pero era bastante limpio y acogedor, tenía una sala pequeña con colores crema, blanco y gris, junto con el comedor y la cocina que solo podría caber una sola persona en la misma; tenía un baño el cual tenía unas losetas color rosa bastante desmerecidas y una habitación con un solo armario casi de mi tamaño, perfecto para una chica solitaria como yo.

Había encontrado este apartamento a un precio módico, incluía todos los enseres pero tendría que buscar un trabajo urgente para pagar los demás gastos.

Busqué en mi cartera negra, cuánto dinero llevaba, sonreí al ver que me daba para una pequeña compra. Ya había comido así que decidí ducharme y acostarme ya que mañana empezaría en la universidad, una mejor vida dije para misma para acunarme y poder calmar mis nervios.

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Me levanté por el sonido ensordecedor de la alarma de mi teléfono, busqué la cosa horrible y traté de apagarlo pero en el intento caí de la cama. Si, soy bastante torpe. Bien, que hermosa forma de empezar mi día. Me levanté directo al baño para ducharme y luego de unos minutos salí y busqué en mis maletas alguna ropa para ponerme.

Opté por unos sencillos vaqueros negros ajustados, una camiseta violeta, mis botas militares negras, una chaqueta negra, peiné mi cabello en pequeñas ondas, haciendo resaltar mis mechones azules, no me maquillé porque no me gusta y por último me pusé una pantalla en mi ceja, lo único que me gustaba de mi anterior yo.

Tomé mi teléfono y mi mochila para salir del apartamento, cerré con seguro la puerta, y bajé los escalones hasta la recepción. Hoy no estaba la chica que me atendió, está vez estaba una señora mayor que me dió una pequeña sonrisa y se la devolví. Salí del edificio, no iba a ir en bus ya que la Universidad Northeastern quedaba relativamente cerca por lo que vi mientras venía ayer en el taxi.

Suspiré mientras admiraba la vista de la ciudad, grandes edificios se podían apreciar, mientras caminaba, algunos estaban graffiteados y otros muy lujosos. Las calles estaban atestadas de personas con sus narices metidas en el teléfono e ignorando todo a su alrededor.

Mi DiablaWhere stories live. Discover now