Capítulo 3: Rompiendo las reglas

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23/01/1999 Sesión 2:

—¿Qué le parece? —cuestionó Jamie ingresando al consultorio de Alex—. Ed hoy me permitió dejar mi ropa de condenado y vestirme como un muchacho normal.

Jamie giró en el mismo lugar en que se encontraba con una gran sonrisa dibujada que le iluminaba el rostro. Quería que Alex lo viera desde cada ángulo. Vestía una playera lisa de color blanco, jeans azules y zapatillas deportivas blancas.

—Te ves fantástico —dijo Alex disfrutando la evidente felicidad de su paciente.

—Ya lo sabía, pero de todas formas, gracias por decirlo —replicó.

El muchacho caminó entonces hasta el diván y se acomodó en él. Su buen humor era notable. Casi una confirmación de alguien que podía cambiar de pasado así como seguir en negación respecto a este, con una simple muda de ropa.

»Imagino que está ansioso por comenzar con las preguntas, así que, ¿para qué perder tiempo? —propuso.

Alex meditó un instante antes de comentarle su plan. Ya no sintió correcto atosigar a su paciente con preguntas que, de todas formas y basados en su acuerdo, él podría elegir no responder.

—La verdad es que no lo sé. Será el clima, el brillante sol fuera o quizás el buen humor que traes hoy, pero no siento deseos de ser agobiante con mis preguntas. ¿Qué te parece si hoy hablamos de lo que tú quieras?

Jamie giró a verlo, como si así, a través de su rostro, esperaba descubrir si tal vez se trataba de alguna clase de trampa.

—Me parece bien; aunque a decir verdad, no veo cómo podría resultarle interesante mi rutina. Pensándolo bien, eso es lo único de lo que podría hablarle, pero si así lo quiere, que así sea... Hoy desperté a las 7:00 AM. como cada día. Me aliste ante la atenta mirada de Mark. Un guardia y mi vigía, en especial cuando tomo mi ducha matutina. ¿Sabe?, el sujeto tiene una morbosidad bastante especial. Además de mí, hay cuarenta hombres desnudos en las duchas a los que él podría mirar, pero no pierde interés por acosar cada centímetro de mi cuerpo. A veces me hace sentir como si yo fuera alguna clase de fenómeno. —Ironizó sonriente.

—¿Crees que él lo hace porque, tal vez, podría llegar a tener intereses sentimentales para contigo?

—¡Que maquina de decir estupideces es usted, doctor! —respondió para luego romper a reír—. Mark ni siquiera es gay. Solo bastante primitivo y estúpido. Un pervertido que probablemente no tenga una erección si no está en control. ¿Sabe?, hay hombres que solo funcionan así. Si no pueden someter e incluso lastimar a otro ser humano, el sexo carece de todo gozo para ellos.

—Entiendo que eso es verdad, pero, ¿en qué te basas para hablar así de él? Puede que no sea más que un lamentable malentendido, ¿no crees?

—Sí, pensaba igual. Al principio me decía que solo eran ideas mías. Cómo un guardia iba a hacerle eso a un enfermo, qué clase de mundo sería este si algo así pudiese suceder, ¿verdad? Pero claro, eso fue antes de darle lo que quería.

—¿Tuviste sexo con Mark?

—Diría que más bien él tuvo sexo conmigo. Yo solo seguí su orden de quitarme la ropa, el resto corrió por su cuenta. A decir verdad, tampoco es que quisiera o pudiera hablar mucho del tema, simple mecánica.

Alex pensó en lo que acababa de oír, ¿estaría Jamie comenzando a desarrollar la estrategia de su juego? Era claro que sus acusaciones no podían ser tomadas a la ligera, serían un escándalo más como descubrió al investigar la reputación del ‘psiquiátrico’ donde trabajaría y encontrarse con varios casos de maltrato. Entre las prácticas poco profesionales que tenían involucrados a los guardias del establecimiento, se encontraba: esposar a los enfermos a las rejas de su celda, a una de las patas de sus cama y hasta dejarlos desnudos y de rodillas en un rincón de la celda por horas, incluso hasta que ya no podían aguantar más sus ganas de ir al baño y se hicieran sus necesidades encima, pero de abusos sexuales no había encontrado nada. Pero, desde luego; eso no significa que aquello no pudiese estar ocurriendo. Si se analizaba con detenimiento, cualquier método de abuso podría resultar probable en un lugar con internos a los que nadie les creería una palabra, pero, ¿si estaba siendo abusado sexualmente por qué parecía estar tan tranquilo respecto a eso? ¿Estaría mintiendo, resignado a que si hablaba nadie le creería o incluso temía que por hablar las cosas se pusieran peores para él?

Jamie Truman. (Edición Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora