El examen

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No había logrado aprobar ninguna prueba escrita con aquel profesor. Era un hueso duro de roer y yo siempre sacaba la misma nota estudiando o no, exactamente la misma del primer examen. Nunca antes me había visto seducido por la idea de copiar, pero sentía que no tenía otra opción.

—Esta vez estoy preparado, voy a por todas —me dije, y me dispuse a sacar una hoja con las respuestas escritas de debajo del pupitre. Lo bueno de responder a un comentario de texto histórico es que sabía perfectamente lo que me iban a acabar preguntando.

El profesor se alejaba lentamente hacia el fondo de la clase y yo estaba en primera fila, era mi oportunidad. Con las manos temblorosas me dispuse a sacar las respuestas, la famosa técnica del cambiazo no daba lugar a posibles fallos. Había conseguido varios folios con la firma del profesor del examen anterior, ¿qué podía ir mal?

Posé el primero de los folios sobre la mesa y mi sangre se heló por completo.
—No puede ser— me dije—. ¡El primero está en blanco!

Revisé los otros dos folios, dándoles vueltas varias veces. Miré incontables veces, incrédulo y lleno de temor. En ninguno había palabra alguna escrita y los folios eran más blancos que los de papel reciclado usados en este tipo de pruebas.

—¿Se puede ser más estúpido?— pensé con creciente nerviosismo—. ¡He puesto bajo la mesa tres folios normales y los otros se han quedado en la carpeta!

Relatos muy brevesWhere stories live. Discover now