Señora, no se cuele

19 6 4
                                    


Mi amiga Sonia buscaba y rebuscaba en un bolso profundo como una sima vertical. Deseaba encontrar cualquier moneda con un valor superior a 50 céntimos para tomar su ansiado café. Era una mujer de costumbres fijas y degustaba su café y su cigarro en cuanto tenía la oportunidad.

El esperado descanso era muy corto y había que aprovecharlo al máximo, por lo que salimos deprisa del aula para dirigirnos a la máquina de café y poder desconectar de dos horas seguidas de una asignatura. La primera en sacar un café iba a ser Sofía, después iba Sonia y luego yo. El resto de integrantes de nuestro grupo, cuatro personas, no iba a tomar café, por lo que dos decidieron esperar en las escaleras exteriores de la facultad y yo me quedé esperando junto a otros dos en una alta mesa situada junto a la máquina.

Mientras el café de Sofía se llenaba de espuma se me ocurrió decirle a mi amiga Sonia en tono jocoso "¡Eh, señora, no se cuele!, ¡Menuda cara más grande tiene!". ¡En buen momento dije eso! Una chica de mi edad que se había puesto detrás de mí esperando su turno comenzó a gritarle que cómo se podía haber colado, que menuda vergüenza lo que estaba haciendo, etc. Tal vez estuvo chillando un minuto y medio sin exagerar mientras a mí me daba la risa por dentro porque pensaba que la había liado muy parda.

Mientras Sofía sacaba su vaso, Sonia y la mujer discutían, por lo que decidí explicarle a la chica que se lo había dicho en broma, que éramos amigos, pero ella estaba tan enfadada y parecía tan poco convencida que se coló para sacar su café y mi amiga y yo por no discutir le cedimos el turno.

—Flipo con la tipa esa, cómo se ha puesto —me dijo mi amiga.

—Joe, Sonia, que era una broma. Si lo llego a saber no digo nada —comenté yo con una amplia sonrisa. La situación todavía me parecía algo cómica.

—No y encima la que se ha colado al final es ella, menuda jeta —afirmó Sonia mientras ella y yo veíamos como el vaso de café de la mujer se llenaba hasta arriba.

La situación entre mi amiga y la otra mujer había sido tensa y la mujer, tratando de mostrar su superioridad, mostró una sonrisa de satisfacción al coger su vaso de café y nos dedicó una mirada amarga. Parecía querer decir, ¡jodeos, tengo mi café antes que vosotros! Sin embargo su orgullo se disipó pronto, pues tras dar dos pasos se le cayó el vaso de café al suelo y quedó desparramado por el suelo.

Sonia, Sofía, mis otros amigos y yo nos reímos de la situación mientras la mujer se alejaba con cara de pocos amigos. Juntos concluimos que lo sucedido solo se podía explicar por el karma. Una vez más relajados, Sonia y yo tomamos nuestro ansiado café y cuando pasamos de nuevo por aquella zona varios minutos más tarde vimos que habían puesto un cartel. Ese cartel se convirtió en un símbolo de nuestro paso por la Universidad o tal vez de que el karma existe, aún no lo sé...

 Ese cartel se convirtió en un símbolo de nuestro paso por la Universidad o tal vez de que el karma existe, aún no lo sé

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 05, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Relatos muy brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora