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Poniéndose Bastante Ardiente

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Sorprendentemente, en algún momento durante la noche, él se sacó la camiseta. Había hecho lo mismo, pero decidí que la conversación a continuación sería incómoda para ambos. Harry aún dormía cuando recuperé el sentido, con su cabeza colgando de un lado de la cama, con la boca abierta con saliva escurriendo por las comisuras de su boca.

Era asqueroso, pero extrañamente adorable. De todas formas hice una mueca.

Aunque su rostro no era el problema, eran sus extremidades. Su mano estaba enredada en mi cabello (el otro brazo colgaba de un lado de la cama junto con su cabeza). Su pierna izquierda presionaban las mías contra el colchón, y de inmediato entré en pánico, aunque deseaba no haberlo hecho. Quería poder saborear despertar con Harry por primera vez, esperando hasta que despertara para escuchar su somnolienta voz y mirar su cansada sonrisa plasmarse en sus labios mientras musitaba: buenos días.

Pero no lo hice.

Murmuré algunas maldiciones mientras trataba de pensar en una manera de salir de aquí. Sabía que esto terminaría mal si alguien como el señor Davids nos encontraba enredados en una habitación pequeña con su semi desnudo hijastro.

Tuve que esforzarme para sacarme sus dedos del cabello, logrando hacerlo sin despertarlo. Después de liberar mi cabello de sus largos dedos, me las arreglé para colocar su mano en su pecho.

Esta vez, empecé a notar su apariencia, dándome cuenta que nada ni nadie estaba en vista de contemplar el torso desnudo de Harry.

Wau.

Su cuerpo era tan firme y tonificado y delicioso. Tuve que auto controlarme para no pasar mis palmas por encima de sus abdominales y pasar mis uñas encima de ellos y-

Bueno, ahora debería detenerme.

Negué con la cabeza e impulsé mi torso hacia arriba, tratando de apartar mis piernas de las suyas. Lentamente moví mis pantorrillas entre sus tobillos, tratando de alejarme un poco de él, pero su agarre solo se intensificó. Respiré profundo, tratando de preparar mis nervios para apartar mis piernas de las suyas. Seguí imaginando a esas personas que sacaban sus manteles y dejaban los platos intactos.

Esto era igual ¿cierto?

Mantuve las respiraciones cortas, breves que morían por escapar, conteniéndolas en mis pulmones mientras me inclinaba, reposando mi peso en mis manos. Jalé mis piernas fuera de las suyas, mirándolo caer al piso con un fuerte estruendo.

Aletada por el chico que cayó (quien se retorcía), salté, corriendo para colocar mi mano sobre su boca—. ¡Cállate! —Mi voz fue un susurro mientras cubría la suya—. Tengo que irme. —Su desaliñado cabello volaba mientras él asentía, con los ojos salvajes—. Sigue callado ¿sí? —Asintió una vez más y besé su frente, antes de salir de la habitación.

La puerta de madera se abrió con un fuerte crujido, y juro que en ese momento quería hundirme en un pequeño charco.

Dejé todas mis cosas en la habitación.

Seis pares de ojos estaban fijos en mí. Tragué saliva, tratando de recordar para actuar como si no estuviera nerviosa, como si no estuviera a punto de vomitar debido a toda la presión que sentía. Cerré mis ojos y empecé a caminar hacia las chicas durmientes, sin observarlos, hasta que alcancé a Stevie y la pila de mantas junto a ella. Me desplomé, colocando mis brazos alrededor de ella y cerrando mis ojos.

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⏰ Last updated: Aug 10, 2017 ⏰

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Cabin Three // h. s. au (Español)Where stories live. Discover now